Por Alejandro Mondragón
La empresa Agua de Puebla se ha convertido en “La Intocable” del legado morenovallista, en tiempos de la 4T.
No sólo se salió con la suya con el tema de la revocación de la concesión, pues todos aquellos que prometieron en campaña revertirla, hoy simplemente se echan la pelota o se hacen bolas.
Agua de Puebla es el mejor ejemplo del modelo de negocio del morenovallismo:
Once días después de “ganar” la licitación, la familia Gutiérrez Cortina creó una empresa: Concesiones Integrales, asociada a EPCOR y TICSA, para el cobro del servicio.
Pero ante la falta de solvencia para pagar los 415 millones de dólares que costó la concesión a 30 años, se recurrió al financiamiento, vía un Fideicomiso del grupo Hermes, ligado a Banorte, entidad que terminó por asumir el control del agua.
En otras palabras, la empresa que ganó la licitación, no fue la que operó, ni la que al final se quedó con el millonario negocio.
Es decir, el entonces gobernador Rafael Moreno Valle le entregó la concesión a la familia Gutiérrez Cortina, quien a su vez terminó por dejársela a Carlos Hank Rhon, personaje muy cercano a la familia morenovallista.
El problema es que hoy Agua de Puebla encareció su servicio en la cara de todos.
Nada más un ejemplo, hasta antes de la pandemia un usuario pagaba 176 pesos por el servicio de agua, pero después comenzó a subir la tarifa a 246, luego a 414 para pasar a 666 hasta llegar a los 946 pesos mensuales.
Seguro usted dirá, claro, con el confinamiento es lógico que aumentó el suministro. El problema es que ese usuario vivía en la casa habitación antes del coronavirus, después la vivienda se ha encontrado desocupada, sin ninguna persona.
Está claro que Agua de Puebla le ve la cara a los poblanos, ante el beneplácito de la 4T que no cumplió su promesa de revocación de la concesión.
Ahora, la firma de Hank Rohn –beneficiario de las obras del Tren Maya- ofreció un plan de pago anticipado con tarifas más altas a las que se venían pagando.
Así, la 4T en Puebla y su servicio de agua.
