Por Alejandro Mondragón
El empresario Francisco Marlasca, dejó Puebla. Junto con su familia, optó por irse a vivir a España.
Dos razones de peso tuvo para tomar esa decisión.
1.- Hace meses fue víctima de un secuestro exprés. Otros seis industriales también estuvieron plagiados bajo esa vía.
2.- Unas semanas después, él y su familia padecieron el robo de su residencia por parte de un comando, cuyos integrantes (con armas de alto poder, radios, uniformes negros y pasamontañas) con acento sudamericano vaciaron la casa.
Ninguna autoridad hizo nada. El silencio que también es sinónimo de complicidad hartó al empresario y se marchó de Puebla.
Ya en el pasado, Marlasca había sido víctima del acoso fiscal, al igual que otros empresarios poblanos.
A una decena de industriales les ha caído este comando en fraccionamientos que se supone cuentan con todos los mecanismos de seguridad privada, conectados al C5.
Se llevan dinero y oro en joyas. Es es su objetivo principal. El comando que algunos atribuyen a la nacionalidad colombiana, por el acento que tienen al comunicarse entre sí y con las víctimas.
Los hechos ocurren por la noche, ni siquiera de madrugada.
A los empresarios les preocupa la falta de coordinación entre Estado y Municipio para detener lo que comienza a ser una plaga de asaltos y secuestros exprés.
Tampoco los organismos empresariales ayudan en el tema, pues los dirigentes andan metidos más en la grilla y en pleno de papel de víctimas del coronavirus, sin que les ocupe lo que pasa con los hombres de negocios de la entidad.