Por Karina Fernández
Un cortejo fúnebre recorre las calles principales de La Resurrección, “otra posible víctima del COVID”, rumoran los vecinos, “y la familia, sin cubre bocas”, murmuran otros, temerosos de que el contagio los alcance.
El mariachi que acompaña a la familia atrae la atención de las personas. Algunos sólo asoman la cabeza desde su ventana mientras otros lo ven como un pretexto para salir un momento de sus hogares.
El contingente es reducido. Sólo las personas más cercanas al difunto lo acompañan. El nuevo coronavirus les arrebató la posibilidad de poder despedir a sus familiares siguiendo sus costumbres.
La realidad en esta junta auxiliar de Puebla es la misma que en el resto de la capital, donde diariamente ha aumentado la cifra de fallecidos por COVID. Más de mil 280 familias poblanas han perdido a un ser querido a consecuencia de la enfermedad.
Sin embargo, algunos, desconfiados a la crisis sanitaria por la que atraviesa Puebla, México y el mundo, no creen en riesgos y caminan del otro lado de la acera despreocupados, sin cumplir las medidas preventivas para no exponerse a un contagio.
Adultos mayores, mujeres embarazadas y niños, entre los grupos vulnerables, lo hacen sin respetar la sana distancia, ignorando el confinamiento y el uso de caretas, cubre boca o gel antibacterial, tal vez porque no quieren o porque no pueden.
Tienen que salir de sus casas impulsados por las necesidades propias de sus familias, y con sus familias, porque los ingresos de uno sólo no bastan para sostener el hogar.
Es así como cinco personas, entre adultos y menores, abordan un mototaxi para acercarse a su destino. Un medio de transporte público comunitario que tampoco respeta las recomendaciones de las instituciones de salud.
El conductor no usa cubre boca, no pide a los usuarios portarlo. Tampoco garantiza la sana distancia en el servicio, con cinco personas a bordo de la unidad, una unidad compacta acondicionada para no más de 3 pasajeros.
No hay manera de que el servicio que brindan sea regulado porque las juntas auxiliares están abandonadas, reclaman los propios ediles de estas comunidades.
Las autoridades están alejadas de esta población que es aprovechado por distintos sectores, como el comercio, entre estos los tianguistas quienes desde temprana hora comienzan a instalarse en un predio de la zona para ofrecer sus productos y servicios.
Entre algunos puede observarse el cumplimiento de las recomendaciones de cuidado personal para reducir el riesgo de contagio por coronavirus, aunque ello también dependerá de que los consumidores hagan lo propio.