Por Alejandro Mondragón
Se cumplieron dos años del escándalo de la presunta mapachera panista descubierta por las huestes de Morena en el hotel M&M de Puebla.
Aquel día, lo que parecía, no era verdad. Desde las filas panista vino el pitazo y desde el flanco morenista, las traiciones.
¿Quién iba a imaginar la forma y fondo en la que todo cambió para sus protagonistas?
Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso, murieron.
Luis Miguel Barbosa es el gobernador.
El principal operador político morenovallista, Eukid Castañón, se encuentra en la cárcel.
El mapache electoral, Omar Blancarte, también se murió.
Alejandro Armenta Mier, Fernando Manzanilla, José Juan Espinosa y Nancy de la Sierra enfrentan su exilio político barbosista.
Tanto escándalo se vivió aquella vez para nada. Nunca hubo acción legal. A los detenidos se les liberó, a quienes irrumpieron y causaron destrozos se les perdonó.
Está claro que la mano del gobierno de Enrique Peña Nieto exoneró a los morenovallistas, mientras que la de AMLO a los morenistas.
El Día del M&M quedará como un pasaje oscuro en la historia electoral de Puebla, en la que todas las versiones son creíbles y cada bando tendrá su verdad.
Nada más después del asalto morenista al búnker panista todo cambió. Ninguno se quedó con lo que tenía en ese momento.
La vida es cabrona.
Neta.