Por Abel Pérez Rojas
No todo el pasado es histórico, aunque sí todo lo vivido forma parte de la trayectoria de las personas, esto que parece un juego de palabras es algo digno de tener presente durante los días del Covid-19, porque los hechos se revisten de historicidad en tiempos inflexión por su aportación o repercusión social.
Después de los estragos mundiales que está dejando el Covid-19, todo se verá trastocado por la posibilidad siempre latente de que en cualquier momento podemos recaer en una situación parecida por cualquier causa, léase: pandemia, desastre natural o guerra.
Aún no sabemos con exactitud cómo ni cuándo terminará el azote de la pandemia, pero de lo que no cabe duda, es que, al menos durante varias décadas, se hablará de un “antes” y un “después” del coronavirus.
No es para menos, los efectos económicos y la modificación de las relaciones sociales y políticas de los países sólo pueden ser comparados a una guerra mundial.
Aunque sea una especie de reseteo del sistema para que las cosas sigan igual, es decir, unos poquísimos dominando y millones sometidos; son momentos definitorios de algo que está muriendo y algo que está naciendo.
Esa cualidad de punto de quiebre –aunado al aporte y repercusión social-, es lo que da el tinte de histórico a todo lo que hagamos o dejemos de hacer en estas fechas.
Lo histórico es todo aquello “que es digno de figurar en la historia” y todo “hecho memorable” de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española.
Será histórica la apatía y el desgano adoptado por millones de personas ante la realidad que nos aqueja.
Será histórico el valor y enjundia mostrada por miles de profesionales de la salud, quienes conformaron las primeras filas de contención de la pandemia.
Será histórico y quedarán para la posteridad los liderazgos reales visibles e invisibles que se fraguaron en la crisis.
Quedará para la historia la miseria humana que está anteponiendo el enriquecimiento y la raja política sobre la salud y las vidas de las personas.
Serán decisivas las nuevas rutas que lancemos las presentes generaciones.
Lo que hagamos o dejemos de hacer está impregnado de una carga que traspasará a las presentes generaciones, por ello será material de estudio para entender lo que ha sido hasta ahora la humanidad y para esclarecer el futuro de al menos el presente siglo.
Después de pasados los días aciagos será interesante realizar un recuento para saber qué hicieron o dejaron de hacer los artistas, los investigadores, los niños, los colectivos y organizaciones civiles.
En fin, bastará con tomar un segmento de todo lo acontecido para comprender qué trascenderá y qué se agotará en sí mismo.
En lo personal, imbuido en mi pasión por las letras, estos días me servirán para seguir investigando en torno al valor social de la poesía y los poetas.
Es vital tomar consciencia de que los días transcurren y si sólo nos centramos en sobrevivir o en tratar de sobrellevar la situación, estaremos perdiendo el momento oportuno de trascender e incidir en lo que va a marcar el derrotero de las próximas décadas de la humanidad.
Muchísimos no morirán a causa del Covid-19, pero habrán muerto de cierta forma y en cierto grado, si dejamos pasar esta ocasión sin trascender ni repercutir socialmente.
Son tiempos de trascendencia, son tiempos de valor, de fraternidad, de solidaridad y bondad.
Estoy convencido de que podemos incidir decisivamente a favor de la humanidad.
Afortunadamente quienes accedemos a alguna vertiente del arte tenemos una especie de pasadizo para transitar por todas estas cuestiones relacionadas con el tiempo.
Te dejo todo esto para el análisis, en próximas entregas continuaré reflexionando en torno a ello.
Nos vemos la próxima semana, hasta entonces.