22-11-2024 07:46:50 AM

Diario de un consentidor?

 

EROS

 

ÚLTIMA PARTE
"Hagamos una prueba" – deslicé lentamente mi mano de nuevo hacia su nalga, noté como la tensión volvía a aparecer en su cuerpo – "imagina por un momento que no soy yo, sino Carlos. Inténtalo, por favor" – Carmen calló, la mano que mantenía en su espalda volvió a cobrar vida y reanudó las caricias por su piel, mis ojos se cruzaron con los de Elena y su mirada me desconcertó pero volví a centrarme en Carmen – "Ahora dime, ¿sientes peligro, o sientes otra cosa?" – no contestaba, dejé unos segundos antes de continuar mi ofensiva – "¿qué diferencia existe entre mi mano en tu piel y su mano?"

"La tuya la conozco"

"Claro, y la suya es nueva, se mueve de modo diferente, pesa distinto, su temperatura es otra… ya te ha sucedido antes, ¿verdad? Cuando te besó, no es cierto?"

"Si, es verdad, lo primero que noté fue la diferencia, pero no era…" – la interrumpí

"Ni mejor ni peor, lo se, pero… ¿te gusta la diferencia, verdad?" – continuaba acariciando su espalda, tocaba sus vértebras como si de un piano se tratase, con suavidad, ejerciendo una presión suficiente para relajar su espalda y despertar sensaciones. En cada vuelta veía como Carlos o Elena nos observaban, cada uno pensando de una manera diferente sobre el próximo baile en el que volveríamos a cambiar de pareja.

"Si, me gusta, si, pero…" – la besé, con besos cortos, una vez, otra mas, estaba emocionado, excitado y la amaba, profundamente, mas que nunca.

"Disfruta, solo hasta donde tu quieras, yo estaré a tu lado"

Continuamos bailando en silencio, de pronto Carmen me preguntó

"¿Desvergonzada? ¿Me has llamado desvergonzada?"

"¿Si, acaso te molesta?" – No hubo respuesta.

Terminó la canción y nos separamos, Carmen me miraba a los ojos ‘¿estas seguro?’ parecía decirme; comenzó otra balada inmediatamente y sin decir nada tomé de la mano a Elena mientras veía como Carlos y Carmen se abrazaban y comenzaban a bailar.

"No se si bailar contigo o huir, después de la exhibición que nos habéis hecho" – Elena bromeaba, pero su tono de voz había cambiado, era mas sugerente o al menos a mi me lo parecía, mis manos sujetaban su cintura que oscilaba al compás de la música, hasta ese momento no había reparado en lo que me atraía esa mujer, tan absorto había estado en Carmen que la había ignorado hasta aquel momento en el que vi su mirada mientras bailaba con Carlos. Sus manos rodeaban mi cuello.

"¿Te doy miedo?" – Elena sonrió

"Pocas cosas me dan miedo y ésta no es una de ellas"

"Entonces, bailemos" – dije al tiempo que la atraía hacia mi, su cuerpo obediente cedió a mi presión y se pegó a mi cuerpo, su mejilla rozaba la mía, su cabello cosquilleaba en mi nariz, olía bien, su perfume era ligero; Miré a Carmen, sus ojos me taladraban, sin dejar de mirarla tomé el lóbulo de la oreja de Elena entre mis dientes y lo mordí con delicadeza, ¿cómo me atreví a hacer aquello? Aun hoy no lo se.

"¡Ay! ¿me vas a comer?" – me dejaba la puerta abierta para tomar su frase como yo quisiese.

"Todo se andará" – sentí como se pegaba a mi, mas aun, y noté en su cuerpo la risa antes de escucharla; Desde que me separé de mi anterior esposa no había vuelto a estar con otra mujer salvo Carmen, y aquello me resultaba nuevo, no lo había buscado, ni siquiera lo había pensado en todos estos años, ahora se me presentaba la ocasión y sin embargo mi excitación estaba mas allá de nuestros cuerpos, estaba en la mirada que Carmen me había dedicado al ver como le mordía el lóbulo de la oreja a Elena. En la siguiente vuelta Carlos tenía su boca en el cuello de Carmen y ésta no me vio porque sus ojos estaban cerrados.

"Eres mala conmigo" – dijo Carlos nada mas tomar a Carmen en sus brazos.

"¿Mala yo, por qué?"

"Porque tratas mejor a Mario que a mi" – Carmen sonrió.

"Son muchos años ya, nos conocemos bien, somos casi como de la familia" – Carmen bromeaba intentando quitarle tensión al momento, sentía las manos de Carlos avanzar mas audazmente que en el baile anterior, impulsado probablemente por mis avances; Sintió como bajaba mas allá de sus riñones y comenzaba a acariciar la parte superior de sus glúteos, entonces recordó la sensación de mis manos en esa misma acción y mi frase ‘¿Qué las hace diferentes?’. Muchas cosas, pensó, la forma, la presión, la manera de moverse… sus cavilaciones habían demorado una reacción inmediata para la que ya no había lugar, ella se dejaba, de repente se dio cuenta de esto, se estaba dejando y notó que el miedo que antes la atenazaba se había disipado, cada vez que se cruzaba con mis ojos y veía que yo la observaba dejándose tocar una oleada de placer la arrollaba. Estaba como sumergida en una nube, Carlos seguía hablándole, cerca de su sien, rozando con sus labios su oído, volviéndola loca.

Cuando me vio morder la oreja de Elena, sintió una punzada en su interior, ¿celos? Si, algo parecido, miedo también, furia hacia Elena y placer al mismo tiempo, entonces comenzó a entenderme, comprendió lo que yo sentía al verla con Carlos; fue en ese momento cuando éste inclinó su cabeza y arrastró lentamente sus labios por su cuello transformando el roce en un beso suave, pequeño, repetido; Para Carmen esa es una caricia irresistible que le provoca tal excitación que la transporta a otro nivel, lo sabía, sabía que debía hacer algo, pero de nuevo me vio a través de sus parpados casi cerrados, vio como la miraba, vio el deseo en mis ojos y cedió.

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