Para Javier García, un abrazo solidario
En el Partido Acción Nacional comenzaron a desempolvarse algunas historias que evidencian la forma en la que aquellos que hoy se presentan como “leales y orgullosamente panistas” en realidad resultan poco confiables para sumarse a su proyecto.
Toca turno al senador Humberto Aguilar Coronado.
La traición se hizo presente en la asamblea panista de octubre del 2006, donde resultó ganador de la dirigencia municipal, Jorge Ehlinger (q.e.p.d) por un estrecho margen de 71 votos.
La diferencia a favor del nuevo grupo azul denominado “Empresarios Orgánicos” la marcó sin lugar a dudas Humberto Aguilar Coronado.
Resulta que el famoso “Tigre” respaldó durante la campaña por la dirigencia panista nada menos que al equipo de Genaro Ramírez, principal contrincante de Ehlinger.
Tan fue abiertamente su apoyo que pidió y se le concedieron dos posiciones en la planilla de la disidencia.
A través de José Luis Carmona, el mentado “Chango” –concuño de José Antonio Díaz García- operó y participó en la campaña para evitar el triunfo de Jorge Ehlinger.
Las cuentas de la disidencia establecían una disputa cerrada que se definiría por menos de 100 votos.
Cuál fue la sorpresa en la asamblea. De pronto, Humberto Aguilar se desmarcó del grupo de Ramírez.
“Mi base ya se fue con Ehlinger y yo no puedo obligar a nadie a sufragar por Genaro”, arguyó.
El problema es que Beto Aguilar apareció como orador presentador de la candidatura de Jorge Ehlinger.
¿También lo obligó su base?.
Y es que una parte de la estructura se quedó con Ramírez por así se había acordado en la campaña, mientras que otra parte se refugió en Ehlinger, a quien Beto Aguilar llenó de halagos y calificativos de pro hombre que vendrá a salvar al partido Acción Nacional de la división y la confrontación.
¿Qué pasó?.
Se preguntaron los disidentes.
Pues nada, contestaron, Humberto Aguilar fue infiltrado por los orgánicos a través de Antonio Sánchez Díaz de Rivera, su nuevo aliado, para figurar como quintacolumna.
A Beto Aguilar lo consideran traidor.
Así de simple.
Ahora evoca el derecho sanguíneo azul para sumar adeptos a una causa.
¿Y si le decimos que sí, pero ya en la elección nos vamos con otro para que vea lo que siente?, es una pregunta que analizan algunos panistas.
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