Por Alejandro Mondragón
La victoria los dividió en Morena, partido que a partir de hoy gobernará más del 60 por ciento de la población con toda la zona metropolitana de Puebla.
Su comportamiento en el ámbito legislativo local y federal bien podría definirse de cavernícola.
Destruir, no desmontar con el debido proceso, el andamiaje legal que sustenta el morenovallismo es su principal apuesta y, así, llevan las de perder.
José Juan Espinosa, Gabriel Biestro y Héctor Alonso son prototipo de lo que ganada la mayoría de las votaciones, pierden solitos el debate legislativo.
El contrapeso del Congreso va al madrazo, sin base legal para sustentar, en la marcha atrás de las reformas morenovallistas que vinieron a polarizar a los poblanos.
Los diputados federales andan perdidos en las curules y sólo para sumarse a las mentadas de madre contra el proceso electoral salen a la luz pública.
Los senadores siguen la tónica local. Más en el protagonismo para hacer enojar a Rafael Moreno Valle que en conducir una estrategia coherente en el Senado, se la pasan Nancy de la Sierra y Alejandro Armenta Mier.
Ahora, toca turno a los municipios. Todos los ojos miran la gestión de Claudia Rivera en la capital, pero ha entrado en pugna de declaraciones con legisladores locales. En lugar de sumar, restan.
Mientras en Morena, militantes, afines y rémoras se enfrascan en discusiones por el control del partido y el afecto de Andrés Manuel López Obrador, el morenovallismo sigue su estrategia de infiltrar, cooptar y combatir desde varios frentes para reventar el proyecto del cambio con contrapeso para exhibir su incapacidad de gobierno.
Y así, simplemente, no se pinches puede.
No me quiero imaginar cuando estallen los conflictos cotidianos en Puebla y su zona metropolitana, cuál será la respuesta de Morena hoy en el poder.
LIMOS, COCINA MISÓGINA
Qué les pasa por la cabeza a los socios y administradores del restaurante Limos, ubicado en la zona de Angelópolis y presuntuosamente llamado “el más exclusivo de Puebla”.
A los malos tratos hacia determinada clientela, se les da amenazar a mujeres con que nadie puede hablar de su negocio, porque tienen protección de influyentes periodistas.
¿Ahhh chingá?
No cabe duda que ser mujer hoy en Puebla es sinónimo de maltrato, posturas misóginas y desprecio.
¿A poco las mujeres necesitan ir acompañadas de caballeros para que le bajen de huevos?