Por Alejandro Mondragón
De hoy al 1 de julio faltan 40 días para las elecciones federales, estatales y municipales en Puebla.
El 2018 no es 2010. Los operadores de Moreno Valle, ahora están contra su proyecto: Fernando Manzanilla, Luis Miguel Barbosa, Guillermo Aréchiga, Elba Esther Gordillo, El Yunque hasta el impresentable del José Juan Espinosa, entre otros.
Tampoco es 2013 y menos 2016, donde a base de periodicazos bajaron a Enrique Agüera a la alcaldía y Blanca Alcalá a la gubernatura.
El contexto nacional poco favorece el tema de las dinastías. Margarita Zavala ya se bajó de la contienda; Cuauhtémoc Blanco pasará por encima del hijastro de Graco Ramírez en Morelos; Cuitláhuac García le hace la vida de cuadritos al hijo del góber, Miguel Ángel Yunes.
Aquí en Puebla, Luis Miguel Barbosa anda cómodo y sabe que se avecinan 40 días de chingadazos, pero trae sus números.
Puebla dará a López Obrador un millón 500 mil votos; el Senado será para Morena, la mayoría de las diputaciones federales, todas de la capital.
Cree que la lluvia de votos lo llevará a él a Casa Puebla, pueden obtener la mayoría legislativa local, además de quedarse con los 80 municipios más importantes del estado, incluyendo la Angelópolis.
La visión optimista de Morena sería catastrófica para el morenovallismo, en cuya campaña todos meten mano y al final lo que se consensó es cambiado por Moreno Valle.
Me queda claro que los números que pensaba tener el morenovallismo a estas alturas serían favorable, el problema es que el karma lo alcanzó: es el Marín de hoy.
Ya empezaron a circular las historias más desagradables de los candidatos y candidatas. Van a lastimar a las familias de los contendientes y como dice el clásico: qué necesidad.
Van a jugar rudo. Ya se vio en los ataques a Barbosa y ahora a Enrique Doger, pero también traen misiles para los morenovallistas.
Sigo pensando que ni Martha Érika Alonso y menos Luis Miguel Barbosa necesitan de la guerra de lodo para ganar. El problema es precisamente ese que daña a la candidata, su marido y operadores han construido una estructura paralela para agraviar al abanderado de Morena.
Lo que el morenovallismo quiere es despojar a la mala el voto diferenciado. Con AMLO ya nada pueden hacer, pero quieren arrebatarle todo a Barbosa con mapacheras, algoritmos, compra de sufragios, uso de pandilleros y manipulación de instituciones electorales.
En una de esas se desata el Tigre en Puebla y quién carajo lo detiene.