22-11-2024 03:54:00 AM

Nadie es el mismo de un año atrás

Por Abel Pérez Rojas

“Asumí responsablemente mi proceso evolutivo,

no soy el mismo de un tiempo atrás”.

Aunque todo cambia, frecuentemente tratamos a las personas como si ellas fueran estáticas, es más, como si nosotros fuéramos los mismos de ayer, pero esto no es así, la realidad cambiante también nos incluye, nosotros no somos los mismos de un tiempo a la fecha y eso es algo que debemos tomar en cuenta cuando encaramos el día con día.

Reflexiono lo anterior a propósito de una frase anónima con la cual me topé hace poco y que francamente me dejó embobado.

Las líneas dicen así:

“Si usted me conoce basado en lo que yo era un año atrás, usted ya no me conoce más. Mi evolución es constante.

“Permítame presentarme nuevamente”.

Es certera la frase cuando se refiere a la caducidad de ciertos juicios de valor que emitimos en un determinado tiempo y en ciertas circunstancias sobre las personas o sobre algunos hechos.

Ni quien hizo el juicio es el mismo, ni la persona a la cual nos estamos refiriendo es la misma.

Tenga usted en cuenta que la misma frase nos da la pista para que ni usted ni yo seamos los mismos después de determinado tiempo, cuando la frase remata: “Mi evolución es constante”.

Claro está que quien esté sumergido en un ambiente de conformismo o imposibilidad tal vez siga siendo muy parecido al del pasado, pero en ese caso estamos hablando de una situación enfermiza, porque toda experiencia nos afecta, nos aporta para cambiar o para reafirmar nuestra forma de pensar.

Aun reafirmando nuestras convicciones, no somos los mismos pasado el tiempo.

Pero lo que potencia nuestros cambios a lo largo del tiempo, es la apercepción y la toma de consciencia acerca de quiénes somos.

En relación a esto le comparto un breve cuento zen titulado El Cambio:

“Había un discípulo que se estaba lamentando de sus limitaciones mientras el maestro lo escuchaba en silencio.

“En un momento, y cuando el discípulo dejó de enumerar algunas de sus limitaciones el maestro respondió:

 “Naturalmente que eres limitado. Pero ¿no te has dado cuenta de que hoy puedes hacer cosas que hace quince años te habrían sido imposibles? ¿Qué crees que es lo que ha cambiado?”

“Después de un instante el monje respondió convencido:

“Han cambiado mis talentos”

“No, has cambiado tú”, dijo el maestro.

“¿Y no es lo mismo?”, preguntó el discípulo.

“No, no es lo mismo, porque tú eres lo que tú piensas que eres, cuando cambia tu forma de pensar, cambias tú”.

Si modificamos nuestra forma de concebirnos a nosotros mismos todo cambia porque estamos hablando de que somos un sistema interconectado y complejo.

Pero esto no es una cuestión de creencia, de lo que se trata es de hacer un ejercicio profundo de introspección, de autoexaminación; es un ejercicio íntimo, trascendente… honesto.

Es en ese umbral intransferible en el que debe verse la frase del inicio:

“Si usted me conoce basado en lo que yo era un año atrás, usted ya no me conoce más. Mi evolución es constante.

“Permítame presentarme nuevamente”.

Muchas de nuestras células se renovaron en menos de un año, biológicamente no somos los mismos, también nuestras experiencias y conocimientos se modifican constantemente; ciertamente no es una cuestión de “borrón y cuenta nueva” porque somos un bagaje histórico, pero es deseable y necesario, por el bien de nosotros mismos y de quienes nos rodean, de que no seamos los mismos debido a que hayamos asumido con responsabilidad nuestro proceso evolutivo.

¿Y usted es el mismo de hace un tiempo?

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