Por Alejandro Mondragón
Contra todo lo que se suponga, hay un compromiso claro de no hacerse pendejo en la elección del 2018, porque cualquier paso en falso puede llevar a la ruina electoral a todos.
Eso ha quedado claro en diversas reuniones del grupo que pretende llevar a Martha Érika Alonso a la gubernatura de Puebla, a Eduardo Rivera a la alcaldía y a Tony Gali hijo al Senado.
Y, sobre todo, jugarle al Don Vergas de la estrategia electoral para el mentado voto diferenciado puede llevar a perder el control del Congreso del Estado, desde donde se validarán las cuentas públicas de todos.
Es más, el compromiso es que la señora obtenga el mismo número de votos que alcance Ricardo Anaya en Puebla, por lo que eso de que Puebla jugaría para José Antonio Meade se está quedando en un mito.
Y es que es imposible jugar a eso del voto diferenciado cuando el ciudadano recibirá siete boletas electorales, más una relacionada con derechos ciudadanos.
¿Cómo diablos le dirán a la estructura: “mira, a la presidencia para Meade, a la gubernatura, Martha Érika, a la alcaldía contra Rivera y al senado por Gali”? Es una locura.
Aquellos que creen que hay fórmulas mágicas electorales de estrategia terminarán en el ridículo, porque hay un claro acuerdo de sacar la elección en Puebla a favor del PAN, Ricardo Anaya, Martha Érika, Eduardo Rivera y Tony Gali. Lo demás, es propaganda.
Esta definición en los hechos toma forma por la megacoliación formada, la movilización de la estructura, el aislamiento del PRI con las candidaturas solitarias del Panal y Verde Ecologista y, sobre todo, la urgencia de enterrar cualquier viso de traición.
Eso se lee padrísimo, falta ver en los hechos cómo el peñismo también cobra facturas.
Quizá por eso el exilio de Don Máximo no sea una idea descabellada, con eso de que el de los acuerdos con Peña Nieto es él y nadie más.
Al fin, en el 2015, Martha Érika Alonso nos dijo a todos los poblanos, en un mitin de campaña, lo que opina de Peña Nieto.