Por Valentín Varillas
Dos movimientos importantes podrían sacudir la vida interna de dos partidos políticos, en pleno momento cumbre de definiciones de cara al proceso electoral de julio próximo.
En el PRI, cada vez toma más fuerza el rumor de que será Juan Carlos Lastiri y no Enrique Doger el candidato a gobernador, lo que confirmaría la tesis del amarre entre el presidente Peña y el ex gobernador Moreno Valle, para que el “panista” mantenga el control político de Puebla, por los siglos de los siglos.
La lógica con la cual se le intentará explicar a la militancia tan surrealista definición, será la misma que se aplicó en el caso de la candidatura presidencial de José Antonio Meade.
Se buscará en el estado quien menos “negativos” tenga y no quien cumpla de mejor manera con los requisitos de rentabilidad electoral para ser considerado un candidato competitivo.
Bajo esa lógica se mueve el PRI de Peña.
Lastiri, a pesar de tener la cobertura mediática local y nacional que su cargo en el gobierno federal le brinda y que sobre sus hombros descansa la asignación y operación de los recursos designados para la reconstrucción del estado después del sismo de septiembre pasado, en todas las encuestas serias sobre preferencias electorales no alcanza siquiera los dos dígitos.
En términos de sus “negativos”, estos no son tampoco menores.
Existen de sobra historias en donde se ha cuestionado la honestidad de este personaje en su paso por los diversos cargos públicos, estatales y federales que ha ejercido.
Aquí mismo, en este espacio, hemos dado cuenta de algunos de ellos.
En cambio, Doger sería un mucho mejor producto electoral si la intención real fuera el regreso del PRI a Casa Puebla.
Sin embargo, en teoría, a Los Pinos les preocupa lo mismo: los cuestionamientos alrededor del ex edil en términos de actos de corrupción y la forma en la cual se ha enfrentado a diferentes grupos, al interior y afuera del partido.
De concretarse este escenario, el cisma parece garantizado.
Juran los enterados que, en esta ocasión, Doger no aceptó el premio de consolación que le ofrecieron: ir en el primer lugar de la fórmula que buscará llegar al senado de la República.
Más que cobijo en otro partido político, Enrique buscará terminar con lo que queda del tricolor poblano.
En Morena, un auténtico huracán podría desatarse si se confirma la versión de que el discípulo de Mario Marín, Alejandro Armenta, será bajado de la fórmula del senado para dejarle su lugar a Fernando Manzanilla, cuñado del ex gobernador Rafael Moreno Valle.
Cuentan las malas lenguas, casi siempre las mejores informadas, que al final la alta dirigencia morenista –López Obrador y sus hijos- consideró que llevar a dos marinistas de cepa en la fórmula, abría un frente innecesario de intenso golpeteo que podía afectar la imagen y la congruencia discursiva del propio Andrés Manuel.
Ligarlo de esta manera con quien sigue siendo el enemigo público número uno de la política nacional, podría generar la pérdida de una parte importante del capital político que ha logrado construir en Puebla, estado en donde como candidato presidencial en el 2012 obtuvo la mayor cantidad de votos.
En este caso, tal y como como sucede en el PRI, el partido que dice representar a la auténtica izquierda nacional sacrificaría un perfil de alta competitividad electoral, en aras de un compromiso todavía muy poco claro.
En todas las encuestas publicadas sobre aspirantes a la candidatura al gobierno de Puebla por Morena, Armenta aparecía siempre en primer lugar, muy por arriba de Enrique Cárdenas y del propio Luis Miguel Barbosa, quien será el ungido como abanderado.
El justo premio de consolación, pensaba Armenta, era que lo dejaran llegar a la cámara alta del legislativo nacional, algo que por el momento ya no es “seguro”, para convertirse en algo “poco probable”.
El beneficiario de este posible escenario, Manzanilla, afiló las más finas artes de la persuasión y pudo convencer a AMLO de que su enfrentamiento con Moreno Valle es real y que no se trata de un infiltrado que juegue en Morena los intereses de su familiar y ex amigo.
Sin embargo, no hay nada escrito.
No todavía.
Se trata de movimientos naturales previo a una elección fundamental para el país y para el futuro inmediato del estado.
Pero ya sabe lo que dice la máxima: “cuando el río suena…”