Por Alejandro Mondragón
En la casa de campaña del entonces candidato del PRI a la alcaldía, Enrique Agüera, se congregó el grupo compacto de la BUAP.
Los focos rojos estaban encendidos por las amenazas del maestro Samuel Malpica de exhibir la corrupción en la máxima casa de estudios.
Fue hace cuatro años, 2013.
Llegaron a la reunión Enrique Agüera y su nomenclatura: Alfonso Esparza Ortiz, Damián Hernández, Juan José Oroza Pérez, René Valdiviezo, Manuel Sandoval, Carlos Hugo López Chargoy, Rafael Torres Rocha, María Esther Gámez, Luis Rossano y Juan Manuel Alonso.
En una decisión colegiada se acordó meterle un buen susto a Malpica.
Esa burbuja encomendó “el tema”, como le llamaron, a Rafael Torres Rocha, quien habría contratado a quienes terminaron por ejecutarlo luego de que se asustaron al ver que Malpica estaba armado y entonces efectuaron las detonaciones.
A Moreno Valle le avisó su jefe de prensa, Fernando Alberto Crisanto, en un mensaje de texto. El mandatario pidió al procurador Víctor Carrancá las indagatorias.
Ahora que se cumplen cuatro años del asesinato de Malpica, en el morenovallismo se prendieron ooootrra vez los focos rojos y consideran inexplicable que a través del medio del rector Esparza, La Jornada de Oriente, dirigida por su empleado del Cupreder, Aurelio Fernández, se le acuse de haber participado en el robo a una bodega de la BUAP.
¿De qué se trata?
Dos días de acusaciones contra operadores de Moreno Valle, quien ya se puso muino.
Está claro que Esparza, como todo buen perro, empieza a desconocer que no está en la cárcel y sí en la rectoría de la BUAP, gracias a que la PGJ de ese entonces no imputó a ninguno de los implicados.
Ahora se sabe que el líder estatal del PRI, Jorge Estefan Chidiac, se ha convertido en más que un operador de Esparza en termas de obtención de fondos extras y la ejecución de auditorías contra críticos de la BUAP.
Todo se sabe en este pueblo chico.
Esparza se volvió entonces en un problema.
La reelección es un conflicto.
La BUAP es una bomba de tiempo.
Desde el poder se sabe que Esparza ya anda en otros pasos, pues cree que el suyo trascenderá al del gobernador Tony Gali y que Moreno Valle no será presidenciable.
Pierde de vista que hoy no tiene garantizado nada.
El tic tac se escucha para el Tío Poncho.
Viene la campaña.