23-11-2024 02:10:54 PM

Villanueva, el derroche del erario; intocable e impune

Por Alejandro Mondragón

El auditor David Villanueva Lomelí dispone de un elevador privado en el edificio de la Auditoría del Estado, cuya obra se elevó de 70 a 100 millones de pesos, tiene más guaruras que el gobernador y su último viaje a Punta Cana, República Dominicana, exhibe su derroche.

Cuenta además con un socio, aliado, testaferro o protegido contratista en el sexenio morenovallista: Antonio Abelardo Ayala y Ayala, quien en la gestión marinista fungió como secretario privado del góber precioso.

Ajá, el encargado de limpiar la oficina de botellas de coñac y tirar los condones a la basura, después de sus fiestecitas.

Ayala y Ayala entró a la construcción. Quedó inhabilitado por ser incapaz de concluir una obra de 2 millones de pesos. Gusta gastarse los anticipos.

Gracias a otro amigo suyo, Fernando Morales, socio de David Villanueva en una empresa que presta servicio de transporte aéreo, logró sobrevivir.

Con Escala, Espacio e Imagen Oficina de Arquitectura SA de CV, constituida con un capital de 500 mil pesos y cero experiencia, obtuvo el contrato OP/LPE001/SI-20140566 para la construcción de planta de tratamiento biológica, en la zona industrial de San José Chiapa.

La obra tuvo un valor de 53 millones 270 mil 681 pesos con IVA incluido.

El proyecto presenta graves irregularidades que están documentadas en el reporte de la Auditoría Superior de la Federación, pues los fondos empleados provienen del gobierno de Peña Nieto.

No pasa la prueba del tratamiento y menos biológico. Lo que ocurre es muy simple: sólo usó 60 por ciento del precio de la obra y el resto fue su ganancia.

El dueño ahora se traslada en avión que también suele usar el inefable auditor Villanueva.

Villanueva Lomelí está acostumbrado a viajar con el pretexto de recibir reconocimientos por su labor en la Auditoría. En realidad se trata de diplomas y trofeos que se compran en el mercado de la impunidad, el engaño y la corrupción.

Nadie revisa sus viajes. Menos sus cuentas. El Congreso del Estado es guarida de pillos.

Los 100 millones de pesos que le costaron al erario las obras de mejora en el edificio de la Auditoría de Puebla que le incluyó su elevador privado (no se vaya a cansar el huevón) pudo servir para nuevas aulas o nosocomios.

Por cierto, en el rubro hospitalario, Villanueva tiene a su gran cómplice y operador: Homero Ancheita, quien desde la época del marinismo con Arango hizo jugosos negocios.

Ancheita fue congelado durante el arranque del sexenio morenovallista con Jorge Aguilar Chedraui en Salud, pero regresó de la mano de Roberto Rivero.

Sobre los guaruras de Villanueva, sería bueno indagar dónde se encuentran comisionados. Se sorprendería. Formalizó un pacto de impunidad con Diego Corona para que le tapara todas sus tropelías en el Capcee e Infraestructura. Jalisco los une.

Las fichas, documentos y expedientes contra este corrupto auditor se apilan. Nadie lo salvará, porque perdió de vista algo clave en el ejercicio del poder: los carniceros de ayer, serán las reses de hoy.

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