Por Valentín Varillas
Para el gobernador Gali, por lo menos en el discurso, el tema de la transparencia y el acceso a la información pública será uno de los compromisos más importantes con la ciudadanía.
Es evidente que, entre le decir y el hacer, en este caso particular, parecen haber obstáculos enormes, insalvables, que podrían evitar el cumplimiento cabal de semejante oferta.
Y es que, de entrada, el morenovallismo –grupo político al que pertenece el gobernador- no se caracterizó nunca por su “apertura” para permitir el acceso sin trabas a temas que pueden resultar polémicos o bien que comprometan la imagen y el prestigio de alguno de los suyos.
Comisionados de la extinta CAIP que actuaron como cómodos alcahuetes oficiales y que traicionaron en los hechos su compromiso con los ciudadanos.
Siempre fueron una firme barrera que sirvió de escudo protector a los sujetos obligados.
Jugaron del lado equivocado.
Ahora, en el galismo, parece que nada cambiará.
Al contrario.
A pesar de que, mientras fungió como alcalde, el municipio de Puebla fue reconocido como el más transparente del país, existen señales concretas que mueven al pesimismo.
Por ejemplo, el perfil de quienes forman parte ahora del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Puebla (ITAIP).
Otra vez, puro personaje cómodo al grupo gobernante.
Ninguno de ellos cumple con las condiciones mínimas de autonomía e independencia necesarias para el buen ejercicio de su labor.
Todos le deben su nombramiento al ex gobernador Moreno Valle y a miembros de su círculo cercano, con los que en algunos casos, tienen inclusive relaciones de cercana amistad.
Es el caso de la comisionada Gabriela Sierra Palacios y de Javier Lozano Alarcón, recién designado por el gobernador Gali como presidente ejecutivo de la Coordinación General de Transparencia del gobierno estatal.
Ambos, junto a sus respectivas parejas sentimentales, forman parte de un compacto grupo de amigos que se autonombra La Vendimia, con los que pasaron las fiestas de fin de año.
Fotos hechas públicas en la cuenta de Twitter del propio Lozano así lo confirman.
Y surge la duda:
¿Realmente podrán dejar de lado los compromisos que suponen tan fuertes lazos de amistad, en aras de honrar sus respectivos compromisos con la transparencia?
Esos que, por lo menos en el papel, lucen mutuamente excluyentes.
No se cómo, en estas circunstancias, Gali va a poder ser capaz de darle un giro radical a las condiciones actuales que rigen la transparencia el acceso a la información pública para transformarlos es una herramienta valiosa de rendición de cuentas.
Así lo prometió en el discurso.
El panorama, con todo y las promesas, luce oscuro y desolador.
Habrá que esperar mejores tiempos.