Por Valentín Varillas
Las encuestas son muy claras: el enemigo a vencer en el proceso electoral 2018 se llama Andrés Manuel López Obrador.
Todas coinciden en que el puntero se consolida a medida que se acerca la fecha en la que se llevará a cabo “la madre de todas las elecciones” y que, a pesar de lo que se vaticinaba, su intención de voto crece a medida que se acelera el desprestigio del actual grupo gobernante.
AMLO no ha llegado a su techo, faltaba más.
Su potencial de votación trae una tendencia a la alza y no se ve cómo, bajo las condiciones actuales del apolítica nacional, vaya a poderle dar alcance.
El fenómeno López Obrador arrastrará a quienes compitan por otras posiciones en juego bajo las siglas del Movimiento de Regeneración Nacional.
Lo anterior obliga a la designación de candidaturas que resulten congruentes, no sólo con la imagen del inminente abanderado presidencial, sino con su discurso de honestidad a toda prueba.
En este contexto, encontrar un candidato para Puebla que cumpla con lo anterior, parece una labor titánica.
¿A quién recurrir?
Volver a jugar la carta de Abraham Quiroz sería favorecer, nuevamente, la infiltración del partido por parte de manos oficiales.
¿José Juan Espinosa?
Por favor.
Optar por quien ha sido un auténtico lacayo del morenovallismo, a quien le debe, entre otras cosas, la presidencia municipal, sería un auténtico suicidio político.
Empatar el concepto honestidad con el del alcalde cholulteca, simplemente no es posible, ni siquiera ensayando las más depuradas técnicas de la alquimia política.
Rodrigo Abdala tiene el apoyo del senador Bartlett y por consiguiente, el de un asesor con gran experiencia en la política.
Para bien o para mal.
Sin embrago, todavía no cumple con algunos de los los requisitos básicos de la rentabilidad electoral, como conocimiento e intención de voto.
Parece muy verde como para lanzarlo al enorme reto de arrebatarle el estado al morenovallismo.
¿Doger y su eterna amenaza de abandonar al PRI?
Su pertenencia a un gobierno federal que tiene un rechazo popular del 84% no lo ayuda.
Si quisiera que su potencial candidatura fuera medianamente creíble, por congruencia tendría que renunciar ya a la delegación del IMSS.
¿Se lo imagina madreando con todo a Peña y a su grupo?
Yo no.
¿Honestidad?
Otra broma de pésimo gusto.
Morena siempre podrá jugar la carta de ciudadano sin pasado o pertenencia a otros partidos políticos.
De ahí podrían ser una opción viable, el ex rector de la UDLA, Enrique Cárdenas o bien el académico de la BUAP Eudoxio Morales, crítico severo de la actual administración estatal, aunque a veces las cifras en las cuales basa sus críticas, de plano no le cuadren.
Si el partido de Andrés Manuel quiere echar mano de alguna mujer, puede considerar a la senadora de Movimiento Ciudadano Martha Tagle, en un esquema de potencial alianza, o bien a la ex regidora independiente Verónica Mastretta.
¿Cómo ve el menú?
La selección del candidato a la gubernatura será fundamental para este partido.
El fenómeno López Obrador vive su esplendor político, pero a la vez, enfrenta su última oportunidad de convertirse en una concreta realidad.
Morena es lo que es debido al carisma y la popularidad de un solo hombre.
De él depende todo, absolutamente todo.
Por lo tanto, sus destinos van de la mano, inevitablemente.
Es el auténtico “ahora o nunca”.
La conjunción de los astros políticos parece hoy perfecta para favorecer el panorama del tabasqueño.
Por eso, Morena-Puebla se convertirá en la apetitosa manzana de la discordia para muchos políticos con aspiraciones.
Como puede ver, no todos caben, si se aplica la mínima congruencia.
