Por Alejandro Mondragón
Lo que estamos por presenciar los poblanos, en las próximas semanas, no tiene precedente. En Puebla se dará la ampliación de mandato de un grupo que mantiene el status quo en aras del proyecto presidencial del jefe máximo: Rafael Moreno Valle.
La gestión de Antonio Gali Fayad, que inicia el 1 de febrero, será una gerencia (CEO le llaman ahora) de un holding (morenovallismo), cuyo epicentro de poder decisivo recae en una persona (Rafael Moreno Valle Rosas).
Todo queda controlado para que ni el gobernador electo se salga del huacal.
Las relaciones federales tienen como rostro el de Moreno Valle. Nada más hay que ver las imágenes de las tomas de posesión de los nuevos mandatarios, donde siempre es Rafael y lo acompaña Antonio Gali.
El góber hasta le indica la hora de salida en el helicóptero Agusta. Cuentan los cercanos que maneja su agenda de reuniones y aún cree que es su subalterno.
Quienes pensaban que habría un cambio se quedarán con las ganas. Nada se modificará hasta el último día del mandato de Gali que, según los planes del señor (Moreno Valle, claro), empezarán los de Martha Érika Alonso, como primera gobernadora de la historia de Puebla.
ESPOSA A LA GRANDE; EL HIJO A LA CHICA
Usted se preguntará, ¿por qué no dice nada Gali? Sí dice, pero también lleva su recompensa esa posición gerencial que le imponen.
Su hijo, Antonio Gali López, el ex diputado local del PRD y ex jefe de asesores de Moreno Valle, es la carta para la presidencia municipal de Puebla, ahora llevando como partido palero al PAN.
Martha Érika Alonso a la gubernatura, Tony Gali Jr. para la alcaldía poblana, mientras que los demás integrantes de la cúpula morenovallista a repartirse senado, diputaciones federales, legislatura local, presidencias municipales y regidurías.
Y es que el punto clave de esta historia radica en que Moreno Valle y nadie más será El Gran Elector de Puebla. Sí, el jefe máximo, como Plutarco Elías Calles.
Ya domina los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la Auditoría del Estado con el corrupto de David Villanueva; la Fiscalía con el impresentable de Víctor Carrancá; la Transparencia con la prima de su esposa; los notarios con el reparto a los suyos de patentes; Derechos Humanos con el bueno para nada de Adolfo López Badillo; la BUAP con Alfonso Esparza; y empresarios, medios de comunicación y demás rémoras que cuando salgan a la luz pública tantas chingaderas, el ex góber de Veracruz, Javier Duarte será un niño de pecho.
Y lo más relevante es que el 80 por ciento de las posiciones de nuevo gabinete son sugerencias, palomeos, recomendaciones e imposiciones de Moreno Valle.
El góber saliente que no se va ya puso a su equipo de campaña presidencial en el gabinete de Gali. Ahí el caso de Marcelo García Almaguer que regresa a Puebla Comunicaciones desde donde, con el pretexto de manejar (con recursos públicos) la imagen del 2018, seguirá, como los demás, en el negocio.
Con Marcelo regresan dos personajes cuyas huellas en operaciones millonarias están por todos lados: Mariel Rodríguez Chacón, quien tuvo los huevos de cambiar la nómina del organismo de Bancomer a Santander porque su mamá era la ejecutiva de la cuenta.
Y el inefable Rubén García Guzmán, subdirector de Recursos Materiales, con la adquisición del exclusivo departamento en Punta Alta.
En fin, el gatopartidismo institucional: todo cambia, para que todo siga igual.
Nada bueno para Puebla, pues además el Grupo SAT con el que operó Gali hace años se apersonó de Finanzas.
Los poblanos sabemos sus métodos y modos de recaudación.