Por Alejandro Mondragón
La ruta del gobernador Rafael Moreno Valle hacia Los Pinos pasa por el Estado de México.
De Tlalnepantla a Atlacomulco.
Y es que empezó a jugar sus fichas, cuyo propósito es dinamitar la estrategia de la dirigencia nacional panista, encabezada por Ricardo Anaya, con una alianza perredista y la opción de Josefina Vázquez Mota o Alejandro Encinas.
Equipo de inteligencia, recursos y operadores envió ya al Estado de México para respaldar al candidato del Grupo Atlacomulco, que podría ser Alfredo del Mazo Maza, primo del presidente Enrique Peña Nieto, u otro. Es lo que decidan Los Pinos.
Los lazos del morenovallismo con el Grupo Atlacomulco se remontan a la época del abuelo de Rafael y el profesor Carlos Hank. Se han consolidado familiarmente con el diseño del entramado financiero para los negocios de poder.
Cuando Moreno Valle regresó de Nueva York a finales de la década de los noventa, fue recibido para integrarse al despacho de Alfredo del Mazo.
Años después, ambos coincidieron en el ejercicio del poder. Moreno Valle gobernador y del Mazo, director de Banobras, institución que avaló a fondo perdido buena parte de las obras del Metrobús y del Museo Internacional Barroco. Alfredo se fue al poder legislativo federal, desde donde saltará a la gubernatura que se le negó hace seis años.
El mandatario poblano sabe que Vázquez Mota y Anaya con el PAN pueden derrotar al PRI de Peña y del grupo Atlacomulco, además de que eso fortalecería a sus enemigos al interior del blanquiazul.
Después de las elecciones locales, Moreno Valle empezó a operar en varios estados, el control de las dirigencias estatales del PAN.
En particular, la del Estado de México. Acudió a lo más rancio del panismo: el grupo Tlalnepantla, considerado un apéndice del Atlacomulco, dentro del PAN.
El grupo Tlalnepantla fue creado en la década de los setenta por un político de delicadas maneras y varoniles gustos: Abraham Talavera.
Priista, cercano a Luis Echeverría y Carlos Hank González, impulsó a su grupo de efebos Cuauhtémoc Sánchez Barrales, Joaquín Rodríguez Lugo, Rubén Mendoza Ayala, Ulises Ramírez Núñez, Arturo Ugalde Meneses y Carlos Iriarte Mercado.
Después de perder opciones en el PRI, tras la muerte de Talavera, hallaron espacios en el PAN, donde siempre del brazo del Grupo Atlacomulco han ejercido el papel de oposición domesticada.
Ulises Ramírez, tras el descrédito total de Arturo Mendoza Ayala y expulsión del PAN, se volvió el cacique del grupo que hasta el pasado mes de agosto tuvo la dirigencia del partido, pues Víctor Hugo Sondón, respaldado por Ricardo Anaya, lo derrotó en la interna.
Días antes de la elección, los operadores del góber en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación promovieron un recurso para declarar nula la interna panista, por atravesarse el proceso de elección 2017, y los estatutos establecen que un año antes los partidos deben mantener sus dirigencias.
Con Ramírez, perdió Moreno Valle, quien en represalia operó el consejo estatal para bloquear cualquier intento de designación de candidato y postular a Ulises, quien según las encuestas apenas trae una intención del voto del 3.9 por ciento.
Lo que se pretende es reventar la alianza y lanzar un candidato panista cómodo que favorezca los intereses de Peña Nieto con Alfredo del Mazo, e incluso otra opción.
Lo que Atlacomulco decida.
Esa es ahora la travesura de Moreno Valle en el Estado de México: hacer perder al PAN.
Este esquema parece se reproducirá en otras entidades, donde todo apunta que busca hacerle el juego al sistema para obtener como premio a Puebla y el blindaje para él y los suyos, tras su paso por la gubernatura.
El precio a pagar por la riqueza presupuestal que siempre le brindó el peñismo para usarlos como se quisiera en Puebla.
Y los panistas que todavía le creen su discurso de gobierno humanista.
ULISES RAMIREZ, ALFIL PEÑISTA
En marzo de 2005, al final de un debate radiofónico, Enrique Peña Nieto, entonces candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México, se le acercó en los baños de la estación a Rubén Mendoza Ayala, candidato por el PAN, su principal contendiente, y le propuso: “Vamos a reunirnos en casa de Enrique Jacob Rocha para ponernos de acuerdo, ¿no?”.
En entrevista con Proceso, Mendoza recuerda que él nunca acudió a esa reunión en el domicilio del viejo operador priísta del Estado de México, cercano a Peña Nieto, pero “luego me enteré que sí asistió mi coordinador de campaña, Ulises Ramírez”.
Ramírez fue cercano a Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, y obtuvo múltiples canonjías y contratos a su favor.
Por ejemplo, su esposa, Luz María Angélica Alatorre Carbajal, fue nombrada, con los votos del PRI en el Congreso local, magistrada del Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
