Por: Valentín Varillas
No lo sabía todavía.
No había manera de darse cuenta.
Eran los tiempos de la alianza absoluta con el gobernador Moreno Valle.
De la comunidad de objetivos y metas.
De jalar parejo en aras de un beneficio mutuo, que en esos momentos parecía muy claro e inobjetable.
Eran los días del agradecimiento absoluto de Anaya.
Ese que en varias ocasiones rayó en el sometimiento y la abyección.
El novel dirigente del PAN le debía la posición en buena medida al mandatario poblano y a su capacidad de operación política y económica.
En esa coyuntura y bajo esa lógica, el viernes 12 de octubre de 2014, en el edificio que alberga al CEN del PAN, se llevó a cabo una reunión en donde el Comité que encabeza Ricardo Anaya, daría a conocer a los Comités Directivos estatales del país cuáles serían los ejes centrales de la estrategia electoral del partido rumbo a la elección federal del 2015.
Ese día, precisamente, se había dado uno de los episodios más vergonzosos en la historia política de Puebla, cuando las oficinas del Tribunal Electoral del Estado fueron desalojadas por un supuesta amenaza de bomba, impidiendo así que el CDE poblano pudiera presentar una impugnación por la afiliación masiva de militantes.
Así que, a la reunión en el CEN llegó un furibundo Rafael Micalco, quien desde muy temprano pidió una reunión con el líder nacional para tratar el tema y denunciar las aberraciones que estaban llevándose a cabo con la afiliación de militantes al partido.
El poblano recibió largas y más largas.
Los minutos se hicieron horas, hasta que llegó el momento de iniciar el encuentro.
Micalco palideció cuando vio que en el presídium, justo a la izquierda de Anaya, ocupaba un asiento Eukid Castañón Herrera, operador del gobernador Moreno Valle y principal responsable del proceso de afiliaciones masivas a Acción Nacional.
El mensaje fue claro, contundente y a la vez demoledor: el PAN de Anaya apoyaba al cien por ciento este proceso y no iba a mover un dedo para atender a quien se atreviera a quejarse.
El esquema implementado en Puebla se repitió en algunos otros estados de la República.
Como consecuencia, buena parte del control del padrón de militantes del blanquiazul es controlado por el morenovallismo, gracias al aval que en su momento Anaya le dio a aquellas prácticas.
Hoy, en la coyuntura de la presidencial del 2018, Moreno Valle pide que la consulta directa a la militancia se convierta en el método que utilice el partido para la selección del candidato y Ricardo Anaya está siendo atacado a varios fuegos, debido a su conveniente indefinición en lo político.
En su momento, el líder panista fortaleció a un supuesto aliado que hoy encabeza la más férrea oposición a su mandato y que en los hechos es en uno de los principales obstáculos a su designación como candidato presidencial blanquiazul.
Hay facturas tan caras en lo político, que una vida no alcanza para ser saldadas.
Si tan solo lo hubiera sabido Ricardo…
¿Cuántos más se darán cuenta cuando ya sea demasiado tarde?