Por Alejandro Mondragón
Desde la llegada a Los Pinos de Felipe Calderón, se puso en marcha una estrategia de posicionar a Margarita Zavala más que primera dama, como una figura maternal.
El uso del rebozo no es casual. Es la lógica de la fortaleza de la Virgen de Guadalupe. Hoy, Zavala evoca a todo mundo esa esencia maternal, al grado de irse metiendo en el imaginario colectivo.
Y es precisamente lo que los mexicanos la acogieron por encima de cualquier otro personaje para que más allá de los partidos pueda enfrentar al mal: López Obrador y la mafia corrupta de Peña Nieto y sus góbers.
Está claro que tratan de combatirla hoy desde el ámbito racional (por ejemplo, con el discurso de que no tiene experiencia), cuando ella está evocando una conexión con el inconsciente de las personas. Eso explica su crecimiento. Su repunte en las mediciones y su posición de única de ganarle a Andrés Manuel López Obrador.
Machacan el tema de su marido Felipe Calderón. Por eso, Anaya que ya está en campaña abiertamente, sabe de su influencia y valor para el PAN.
Los anayistas creen que no se irá del partido, pero en realidad es que si juegan sucio (el consorcio de intereses es la única forma en que sabe ganar) terminará afuera de Acción Nacional.
Los números internos del PAN los trae Margarita. Tiene una estructura horizontal, mientras que Ricardo Anaya se fortalece verticalmente en las dirigencias de los partidos.
Anaya jala votos panistas y spots, pero Zavala es hoy la única que tiene capacidad de atraer sufragios ciudadanos, a pesar de su marido Felipe Calderón.
En otras palabras, Margarita Zavala es la opción del voto moderado ante el sufragio radical de López Obrador.
Eso tiene muy asustada a la mafia del poder que ya se dio cuenta que el PRI valió madre.
