Por Alejandro Mondragón
El presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya, ya está en campaña y nadie lo detendrá.
Empezó a enviar cartas de felicitación por cumpleaños para adjudicarse la victoria en 7 estados: “ni cuando ocupamos la presidencia de la República” (sic), le dice en misivas enviadas con fecha del 18 de julio del 2016.
Ahora sí, Anaya salió a promoverse entre la militancia, pues siente amarrada la nominación, bajo la apuesta y premisa que maneja con certeza su burbuja:
“Margarita Zavala se queda en el PAN, si no es candidata presidencial en el 2018”.
En sus cálculos, el factor de mayor incidencia es la salida del partido de la esposa de Calderón, pero si no ocurre, entonces lo demás se vuelve secundario.
Vaya arrogancia y análisis de alto riesgo.
Apostar a que Margarita se queda en Acción Nacional si no resulta la candidata, porque negociará otras posiciones que se le darán a ella y su grupo, hasta parece haber salido del libreto de Chespeñito: sesión de Golf en Puntamita.
Si hay riesgo de perder la interna, entonces no se abrirá la elección y se llevaría la definición al Consejo Nacional del PAN, donde presume mayoría.
Y todo porque dicen estar seguro que Zavala no se irá del partido. Con este presupuesto, Anaya se impondrá como candidato en una elección abierta, cerrada o como se le acomode.
Con el morenovallismo y otros grupos regionales, la burbuja de Anaya ya encontró la fórmula para garantizar la operación electoral.
A Moreno Valle le permitirán que impulse a su esposa Martha Érika Alonso como candidata a la gubernatura de Puebla en el 2018.
A Miguel Ángel Yunes en Veracruz le garantizarían que su hijo lo sucedería en el cargo que, por cierto, todavía no asume.
Anaya y su equipo creen que el país reclama un presidente juvenil, fresco y demás mamadas, pero de eso ya se cansaron muy rápido en algunos estados como Veracruz y Quinta Roo o el país con Peña Nieto.
Terrible que Ricardo y su burbuja crean que otorgando concesiones a esposas, hijos y familiares de aliados en las regiones podrán conseguir la candidatura presidencial.
Ya enloqueció. Se olvida que su posicionamiento está inflado de tanto spots que se adjudica a nombre del PAN, donde nadie la reclama nada.
Anaya está en posición de definir si será juez o parte.
Todo apunta a que quiere ser borracho y cantinero del bar.
Pierde de vista que en ningún cruce de las encuestas publicadas en los últimos meses le gana a López Obrador.
Eso de apostarle todo a que Margarita Zavala se queda en el PAN es muy arriesgado. El partido se le irá de las manos.
Al tiempo.
Y mañana: Margarita y su circunstancia.