La deja a un costado de una mesa, se sienta y pide un café.
El mozo, con curiosidad, le pregunta:
– Disculpe, señor, pero ¿para qué trae eso en la espalda?
El hombre, con cara de cansado, le responde:
– No sé. Me la dio un genio que encontré en una botella.
El mozo empieza a reírse.
– ¿Un genio en una botella? ¿Y usted piensa que yo le voy a creer eso?
El hombre extrae entonces una botella del bolsillo del saco y
entregándosela al mozo, le dice:
– Haga la prueba usted mismo.
Incrédulo, el mozo frota la botella y aparece el genio y le dice:
‘Soy el genio de la botella… pídeme un deseo’
– ¡Quiero cien millones de pesos!
-exclama asombrado el mozo.
El genio vuelve a esconderse en la botella, y de pronto el bar empieza a llenarse de quesos. Cientos, miles de quesos van apareciendo.
El mozo se desespera y grita aterrado:
– ¿Pero qué me entendió este pinche genio pendejo?
¡Pesos, le dije pesos, no quesos!
Y el hombre lo mira y le contesta:
– ¿Ya ves?
El genio cumple, pero es medio sordo el pendejo.
¿O a poco crees que yo le pedí tener una enorme jerga?