Por Alejandro Mondragón
Usted no está para saberlo, ni Al Portador para contarlo, pero el empresario gallero Jorge Aduna Villavicencio, quien mandó a matar y desaparecer en tambos con ácido a 6 delincuentes que entraron a su casa a robarlo, salió de prisión.
Pagó la cantidad de 15 millones de pesos de fianza para enfrentar un proceso legal que según la Fiscalía de Puebla, a cargo de Víctor Carrancá, lo incriminaban como el autor intelectual de la carnicería contra los ladrones.
La salida de Aduna de la cárcel se registró en el más absoluto silencio, donde se cruzan la impunidad y el sabe demasiado, señalaron fuentes de seguridad nacional.
Lo cierto es que el jefe de escoltas se echó toda la culpa.
Vaya sistema de justicia, ¿cómo puede salir de la cárcel quien ordena asesinar y desaparecer a seis, mientras que opositores al régimen siguen presos con argucias legaloides?
Es la Puebla de hoy.
Jorge Aduna, uno de los financieros de la campaña de la alianza Compromiso por Puebla en el 2010, logró la concesión del palenque de gallos en la Feria de Puebla.
Siempre de la mano del diputado local y notario, Sergio Moreno Valle, Aduna ha estado cercano al poder.
Hace un par de años sufrió un atentado del que salvó la vida, después su hijo de 15 años falleció en un accidente automovilístico. La versión de sus conocidos de las razones que tuvo para ordenar el asesinato y desaparición de los delincuentes es que durante el robo a su casa en Lomas de San Miguel agredieron sexualmente a su hija.
También otras fuentes federales indican que los malhechores se habrían llevado un importante cargamento de sustancias prohibidas.
Aduna durante el sexenio se comportó como uno de los personajes que se movía con la seguridad que sólo brinda la cercanía con el poder.
Con Jorge Aduna en la cárcel, tras petición federal, sucedieron los hechos violentos en Cuautlancingo, donde fueron levantados por un comando policiaco (las autoridades dijeron que fueron Zetas) una veintena de personas que apostaban en una pelea de gallos.
Días después, la mayoría apareció en tambos con ácido, donde los restos indicaban que se trataba de las mismas personas levantadas en Cuautlancingo.
Los apostadores levantados eran socios de Aduna y provenían de Acatzingo, Tecamachalco, Tepeaca (región donde florece el robo de ductos de Pemex) y Tehuacán, Puebla, Estado de México, Tlaxcala e Hidalgo.
Qué mano poderosa lo soltó.