Por Alejandro Mondragón
Sin el control que esperaba tener en el CEN del PAN, el gobernador Rafael Moreno Valle advirtió a la dirigencia nacional, encabezada por Ricardo Anaya, que si no recibe el respaldo absoluto a la alianza con el PRD se perderá la plaza de Puebla.
“Se pierde la elección. Yo quiero que el PAN siga gobernando Puebla (sic), pero sin alianza no ganaremos, como en el 2010 y 2013; la derrota no será mi responsabilidad”.
Esta versión circula en los pasillos de la sede del PAN, donde se esperan días complicados, pues en el partido se plantea la posibilidad de que el gobernador regrese a la órbita del PRI.
Moreno Valle no vive su mejor momento en el partido, dirigido por Anaya, quien se suponía respondería a sus intereses, pero en realidad hoy acotó a su grupo y salvo Eukid Castañón que forma parte de la burbuja legislativa ninguno otro tiene presencia.
Anaya, asesorado por Santiago Creel, Ernesto Ruffo y Josefina Vázquez Mota, cree que el PAN puede consolidar su presencia partidista, al margen de caudillismos o favorecer los intereses de Peña Nieto.
Ya le habíamos advertido que en la medida en que Moreno Valle se acercaba al peñismo, se alejaba del PAN. Supeditar al partido a los intereses del gobierno le costó la dirigencia nacional a Gustavo Madero.
Lo cierto es que el PAN de Anaya dejó solo al gobernador en su proyecto de alianza con el PRD. Ya reventó Tlaxcala, Hidalgo y Tamaulipas.
En el morenovallismo, el 2016 significa vida o muerte.
Todo se reduce a ganar la gubernatura con Tony Gali, pero sus prioridades y tiempos no son los del PAN de Anaya, por más que ponga cara de niño regañado.
Por cierto, ¿alguien sabe qué se hace Luis Maldonado, artífice de la crisis morenovallista en el PRD?
