Por: Valentín Varillas
La reunión fue convocada con carácter de “muy urgente” y a ella fueron invitados únicamente los integrantes del primer círculo familiar.
Juran los enterados que ahí, Rafael Moreno Valle Suárez anunció que prácticamente se retiraba del puesto de mando de los negocios familiares.
Esos que gozan de cabal salud financiera y que son fuente inagotable de jugosos ingresos.
Plantear el proceso de relevo en el liderazgo de las empresas resultaba de suma importancia, pero se complicaba por la coyuntura política que rodea al primogénito.
Imposible pensar en tener el tiempo y dedicación necesario para mantener en nivel ascendente los activos familiares y al mismo tiempo trabajar para concretar un muy anhelado proyecto presidencial.
Bajo esa premisa, el padre del gobernador orientó sus argumentos hacia la conclusión obvia: la responsabilidad recaería en el mandatario poblano.
Ya en el plano político, Moreno Valle Suárez comentó que uno de los factores que jugaban a favor de los anhelos presidenciales de su hijo era la edad.
“Eres joven” -cuentan que le dijo.
“Además, todavía te faltan amarres importantes con sectores fundamentales en la toma de decisiones políticas en este país. Amarres que ya tienen por lo menos prometidos otros tiradores” -remató.
Competir en la elección del 2024, con 56 años de edad, no parece un escenario catastrófico para el futuro político de Rafael.
Para nadie es un secreto que, uno de sus planes alternativos es esperar mejores tiempos y aumentar las posibilidades reales de llegar a Los Pinos y no únicamente competir por la posición.
Cada vez resulta más evidente el hecho de que el morenovallismo no va a enfrentar al grupo del presidente Peña Nieto y su estrategia será pactar acuerdos de conveniencia mutua.
De esta manera, la estructura de operación electoral y de recursos del gobernador de Puebla estaría a las órdenes del peñismo y sumaría en la conformación de un gran frente encaminado a impedir que Andrés Manuel López Obrador tenga posibilidades de ganar la presidencia en el 2018.
A la par, desde el poder político y el servicio público poblano, se seguirían protegiendo a los amigos, socios y compadres del presidente, quienes han encontrado en el estado una auténtica mina de oro en términos de negocios y complicidades.
¿A cambio de qué?
De que para las instancias de control y auditorías del gobierno federal no sea importante analizar lo que ha sucedido en Puebla con el manejo de recursos en esta administración.
No suena mal para ellos, ¿verdad?
Para RMV, llegar al liderazgo del Senado de la República como pago de facturas por los favores recibidos, podría ser una posibilidad real.
Con el control de buena parte del centro neurálgico de la toma de decisiones en Acción Nacional, lo anterior no parece difícil.
Seguir vigente en las grandes ligas de la política mexicana y al mismo tiempo tener los reflectores mediáticos necesarios para impactar en el imaginario colectivo nacional, son bases sólidas para tejer desde ahí una nueva calentura presidencial.
Sume a lo anterior la promesa del priismo de no vetar el proyecto 2024 y la ecuación está completa.
Ahora bien, este escenario, ¿cómo impactaría en la elección local del próximo año?
Si la intención de competir por “la grande” tiene que esperar, ¿qué pasaría con el morenovalllismo en Puebla?
Viudas y huérfanos políticos podría haber al por mayor a cambio de que quienes son realmente las posiciones importantes para el gobernador puedan dormir tranquilos por los siglos de los siglos.