Por Alejandro Mondragón
Entre los priistas que pelearán 13 gubernaturas en el 2016 prevalece una interrogante: ¿antepondrá el presidente Enrique Peña Nieto y su gabinete sus acuerdos con la oposición (PAN, PRD y sus góbers) al interés por consolidar un bloque tricolor en los estados de cara al 2018?
En las entidades donde hay mandatarios de otros partidos, parece que Peña Nieto cuida esa relación con presupuesto y trato VIP de su gabinete a los góbers bajo el criterio de que podrían integrarse a la alianza patriótica de Los Pinos contra López Obrador.
Sin embargo, existen hechos recientes que demuestran que EPN suele engañar a sus aliados de oposición con una relación de terciopelo, cuando en realidad deja a otros (Beltrones, por ejemplo) que hagan el trabajo sucio a favor del PRI.
En el 2015, Manlio Fabio arrebató la candidatura a la gubernatura de Sonora al gallo de Los Pinos, el senador priista Ernesto Gándara Camou, quien era promovido por Emilio Gamboa Patrón.
Beltrones se apostó por Claudia Pavlovich. Los Pinos querían un perfil como el de Ernesto Gándara para enfrentar a otro Gándara, Javier, el Delfín del gobernador de Sonora, Guillermo Padrés.
Y es que Peña Nieto no quería lastimar los acuerdos con el PAN de Madero, Moreno Valle, Anaya y Padrés.
En un acuerdo en Los Pinos, el propio presidente le dijo al entonces líder del PRI en la Cámara de Diputados, Beltrones, que Pavlovich no era su candidata.
Es tuya; si pierde, también pierdes tú.
Claudia estaba 20 puntos debajo de Gándara, el panista que pensaba tendría un día de campo por la relación del góber con Peña y el trato inmejorable de su gabinete a Sonora.
Para la campaña en ese estado, Beltrones envió a su equipo más duro, encabezado por Canek Vázquez, donde la guerra sucia, el golpe bajo y manejo mediático nacional terminó por hundir al PAN de Padrés, Madero, Moreno Valle y Anaya.
Claudia Pavlovich es hoy la gobernadora y Beltrones el líder nacional del PRI.
EN COLIMA
Después de lo que se llamó la concertacesión de Colima entre el PAN y Peña Nieto para anular en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la elección que había ganado por décimas el PRI, se resolvió que la nueva carta tricolor sea el mexiquense José Ignacio Peralta.
Lo trascendente está en el tono que asumió el candidato, pues rompió el pacto de silencio con los gobiernos panistas y se lanzó contra Felipe Calderón, Vicente Fox y otros gobernadores.
Es la señal de que los priistas se quitarán el bozal, como lo apuntó hace días la columnista Martha Anaya en su Alhajero del diario 24 Horas.
Dicen que a Peña le recuerdan que el PRI requiere gobernadores priistas que operen por su candidato de Los Pinos, donde no hay espacio para la omertá con la oposición.
Lo que quieren es desenmascarar a los panistas en los gobiernos estatales y sus candidatos, pues en el PAN nunca se castiga a los corruptos.
Precisamente rompe el pacto de silencio, el primer candidato priista que irá a las urnas en enero del 2016.
Dicen en el CEN del PRI que no habrá gobernadores panistas o perredistas intocables, aunque Los Pinos tenga otro trato.
¿Para qué entonces creen que enviaron al partido a Beltrones?
El doble juego, como el que tienen los góbers en sus partidos para aliarse con PAN y PRD y arrebatarle estados a Peña Nieto.