Por Alejandro Mondragón
¿Por qué se tiene la creencia política en Puebla que cualquier acuerdo o pacto de Rafael Moreno Valle con Enrique Peña Nieto tiene que resultar más favorable para el gobernador?
¿No sería al revés?
En todo caso, el presidente de la República todavía tiene prácticamente dos años más en el poder, mientras que el mandatario poblano uno. Los Pinos manejan diez veces más de presupuesto y el inquilino ejerce la función de veto político, además de abrir la llave del flujo del dinero.
¿Por qué, entonces, un acuerdo político de cara al 2016 tendría que beneficiar al candidato a la minigubernatura de Moreno Valle y no al de Peña Nieto?
No veo al presidente sacrificando a su carta para Puebla, sino al gobernador.
Eso sí, entre las dos opciones de Los Pinos: Blanca Alcalá y Enrique Doger, el góber puede ejercer su veto, pero no le alcanzaría imponer al suyo: Tony Gali, si aspira a la presidencia de la República.
No resulta ocioso ubicar este contexto para lo que se avecina en Puebla. Y es que, en los números de Los Pinos, la elección del 2016 en el estado gobernado por el PAN luce tan apetitosa como la Sonora de Guillermo Padrés en 2015.
Se sabe que no se busca entrar al callejón de los madrazos, pues se reconoce la influencia del gobernador en distintos círculos opositores del poder, pero finalmente a quién le interesa más el 2018: ¿a Moreno Valle o a Tony Gali?
Un acuerdo para librar el veto presidencial en el 2018 habría llevado a descartar en definitiva la opción de Martha Érika Alonso para Puebla.
Eso al menos se comenta en los círculos donde se revisan escenarios y se concluye que sí es factible recuperar Puebla por la vía de un pacto de alternancia.
Hasta la última visita de Peña Nieto se preparaba un escenario de enfrentamiento con una apuesta como la de Enrique Doger, pero la figura de la senadora Blanca Alcalá se proyectó, como resultado de una furtiva reunión al más alto nivel en el DF.
Ya no se habla de gritos o sombrerazos, sino de despresurizar Puebla de escenarios de conflictos que contaminen el ámbito nacional. Se insiste en Alcalá y no en Gali, como figura clave.
¿A poco el góber estaría dispuesto a sacrificar a su Delfín?
Oootra vez el escenario de 1998 cuando Manuel Bartlett soñó en ser presidente de la República y se volvió demócrata dejando pasar a otro que no era su gallo.
Qué cosas.