La designación de la alcaldesa poblana, Blanca Alcalá, como presidenta de la Asociación de Ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad debe analizar en el contexto de la defensa inútil del Centro Histórico de Puebla que se ha llevado a cabo en los últimos años.
La desaparición de organismos como el Consejo en la materia y la centralización de recursos en una Secretaría como Cultura que ha demostrado incompetencia para el manejo de los recursos es un reflejo de que el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad es una vacilada.
La iniciativa de desaparecer el Consejo del Centro Histórico y la Copae fue del secretario de Cultura, Pedro Ángel Palou, quien lo propuso en el año 2002, para crear el Instituto del Patrimonio Artístico, Arquitectónico, Histórico y Antropológico del Estado de Puebla para -según él- proteger los llamados “centros históricos” del resto del estado y la zona de monumentos de nuestra ciudad, con lo que dio una falsa imagen de cultura a un gobierno ignorante e incompetente y para favorecer a negocios y empresas de algunos politicastros vinculados a ellas.
No pasó mucho tiempo para que desapareciera este instituto. A decir del gobernador Mario Marín era una institución inoperante, junto con otros organismos como el Centro Cívico Cultural 5 de Mayo, el museo Imagina y la Sinfónica de Puebla.
Desde luego el Instituto no sirvió para nada o más bien, sirvió para “apadrinar” y solapar la destrucción de 11 manzanas del centro histórico, ocho de ellas colindantes con la famosa casa “Villa Flora” para construir “un mall” y un estacionamiento para 900 autos. La construcción del hotel “City Express” , frente al paseo de San Francisco violó las alturas máximas permitidas en esa zona, que es de 6 metros. Se sobrepasó los 19 metros, con lo que se alteró criminalmente la imagen urbana.
El Instituto de referencia omitió inconformarse y su balance es rico en omisiones y sinvergüenzadas. Participó junto con el INAH en acciones donde demolieron en vez de restaurar, colocaron placas metálicas de información turística con brutales errores, lo que resulta inexplicable que la Secretaría de Cultura, cabeza de sector de ese organismo no haya supervisado su funcionamiento, ni vigilado la calidad de las obras realizadas y sus infladísimos costos.
¿Cuál es el proyecto para cuidar el centro histórico de Puebla?, ¿hay una política cultural o sólo se trata de un desastre cultural?. Y es que desaparece un organismo que sí servía y se crea un organismo que realizó acciones inútiles, hizo gastos desorbitados también inútiles y se subastaron y destruyeron en los 2 últimos años del sexenio pasado con la desfachatez del INAH-Puebla.
Prácticamente 11 manzanas que los convierten en los “atilas del centro histórico de Puebla” junto con Victoria Taboada.
En fin, pobre de puebla, se disfraza el parque Rafaela Padilla creado por Alfredo Toxqui y se “reinaugura” como parque de la bio-diversidad, se reforestaron hace 50 años los cerros de Loreto y Guadalupe y Lorena Zedillo los convierte en zonas áridas y con cactus. Ahora desaparece su administración, con que Palou dejó en su momento fuera de la jugada a su enemiga.
De hecho, se cambia de nombre al Museo de Arte Virreinal por el San Pedro Museo del Arte para excluir al arqueólogo Eduardo Merlo.
Desmantelan el Museo de Historia Natural y crean el Museo Imagina y ahora también desaparece el Consejo del Centro histórico, la Copae, la Sinfónica (que nunca existió, a los músicos se les pagaba por evento. Su entonces director Juan Manuel Arpero era trompetista de la orquesta de Luis Miguel.
Se cierra por más de 5 años -con el pretexto del sismo- el Museo Bello y se abre en un solo piso con una parte mínima de sus colecciones (era un “museo no lineal”). Se habló de una restauración de la biblioteca Palafoxiana mediante un gasto multimillonario. Sólo se realizaron obras de maquillaje.
Se crea una “ casa del escritor exiliado” y se exilia a los escritores y artistas poblanos.
Se crean instituciones y otros las desaparecen después, en un enfermizo afán de “controlar la cultura” , en lugar de difundirla y hacer saber.
¿Cuál será el papel que tendrá ante toda esta corrupción e incompetencia la nueva administración estatal ?… ¿simplemente echarán a la calle a un buen número de trabajadores, dejando sin sostén a numerosas familias, mientras los funcionarios responsables , o mas bien, irresponsables, realizan negocios y acaparan el poder con una simulada “política cultural”?.
¿Pagarán justos por pecadores?.
Y por otro lado, ¿qué institución se encargará de impedir la destrucción del centro histórico?.
HISTORIA QUE NO SE OLVIDA
La ciudad de Puebla encierra uno de los centros históricos más bellos del mundo, su acervo arquitectónico de más de 2,600 inmuebles data del siglo XVI y hasta principios del siglo XX, lo que representa prácticamente 475 años (los cumplirá el 16 de abril del próximo año).
Su gran valor histórico y artístico fue reconocido durante el gobierno de José López Portillo después de que el delegado en puebla del INAH entregó al gobierno federal un catalogo de monumentos y la propuesta para que se declarara zona monumental el centro histórico de nuestra ciudad con una extensión de 6.99 kilómetros cuadrados. Esta iniciativa se concretó con el decreto del 18 de noviembre de 1977 en donde se declaro la zona de monumentos.
Posteriormente y ante la eminente declaratoria de Puebla como ciudad patrimonio cultural de la humanidad, Guillermo Pacheco Pulido a la sazón presidente municipal de Puebla atendió la recomendación de la Unesco, al proponer la creación del Consejo del Centro Histórico de la ciudad de Puebla. La iniciativa se aprobó en sesión de Cabildo el 25 de noviembre de 1987.
El 11 de noviembre de 1987 el centro histórico de Puebla fue inscrito en Paris en la lista de ciudades patrimonio mundial por la Unesco.
En ese periodo se recuperó el archivo municipal, se restauró el pasaje del Ayuntamiento y algunas otras obras.
Ante el éxito que tuvo la creación de ese Consejo, el 19 de abril de 1991, el gobernador Mariano Piña Olaya propuso al Congreso del Estado la creación del Consejo del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla “como un órgano auxiliar del gobierno estatal encargado de preservar, custodiar, restaurar y proteger nuestro centro histórico”, lo que fue aprobado.
Para el mejor funcionamiento de este consejo se le dio cierta autonomía y se decidió expropiar “El Portalillo del Alto” a favor del Ayuntamiento de Puebla, como sede permanente del Consejo del Centro Histórico, una institución donde participaban como consejeros los rectores de las principales universidades, los directores de las escuelas de arquitectura, los presidentes de los colegios de arquitectos e ingenieros, la fundación Mary Street Jenkins, la Fundación Amparo, las cámaras y organismos empresariales y culturales, así como representantes de los gobiernos federal, estatal y municipal.
Este consejo funcionó hasta el 16 de diciembre de 2002 fecha en que fue desaparecido inexplicablemente por el gobierno de Melquiades Morales Flores.
También se eliminó a la Comisión del Patrimonio Edificado, -organismo que por cierto fue creado por Manuel Bartlett para que respaldara su iniciativa de destruir en la zona de San Francisco, una sección de la arquitectura industrial de los siglos XIX y XX, buena parte del ex-convento de San Francisco de los siglos XVI y XVII, así como de una parte del antiguo barrio de San Francisco donde se construyó el centro de convenciones diseñado por Javier Sordo Madaleno y donde se destruyó con una actitud ignorante la fisonomía urbana del barrio más antiguo de Puebla y esto como resultado de la gran corrupción de la directora nacional del INAH, María Teresa Franco y de los también incompetentes: arquitecto Salvador Aceves, quien era director de Monumentos y del delegado en Puebla de apellidos Álvarez de Santiago.
La Comisión del Patrimonio Edificado se dedicó en los años 2001 y 2002 a destrozar los llamados centros históricos de Zacatlán, Atlixco, Ciudad Sedán y otros.
Por su parte, el consejo del centro histórico inició en forma seria, formal y honesta desde 1999 la restauración de 4 manzanas, la colocación de nueva nomenclatura en placas de talavera, la recuperación del barrio del artista, el proyecto de la manzana prototipo y la restauración de iglesias del centro histórico en colaboración, con el Fideicomiso para la Restauración de Templos que presidió el banquero José Antonio González y el arzobispo Rosendo Huesca.
¿Y ahora qué hará Blanca Alcalá?
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