Por: Valentín Varillas
Jorge Estefan Chidiac agotó todos los recursos en su manos para convertirse en el coordinador de la bancada de diputados federales priistas poblanos.
Apeló a lo que consideraba eran sus magníficas relaciones con personajes que tuvieron un peso específico en la toma de la decisión final.
Como respuesta recibió un largo y sospechoso silencio.
Nadie le confirmaba que él sería el ungido, tampoco se lo negaban de manera rotunda.
Simple y sencillamente, su aspiración cayó en un lento y desesperante impasse que sembró incómodas dudas en el legislador por Izúcar.
Las horas pasaban y no llegaba la consabida señal.
Esa que Charbel ya daba por hecho y consideraba que sería simplemente una cuestión de mero trámite.
Al mismo tiempo, el resto de los entonces diputados electos del tricolor recibían una orden certera, clara, contundente: “cualquiera menos Estefan”.
Una vez que quedó entendido lo anterior, se empezó a operar en consecuencia.
El primer paso era analizar los perfiles de quienes pudieran llegar a la posición.
Después de un somero proceso de descarte, al final quedaron únicamente dos: Alejandro Armenta Mier y Víctor Manuel Giorgana.
Institucional como siempre y conocedor de la forma tan sui-géneris con la que su partido hace política, el ganador de la contienda en Tepeaca, antes de comenzar a moverse por su lado preguntó por medio de los canales adecuados sobre la pertinencia de buscar la coordinación y cabildear con el resto de sus compañeros el apoyo necesario para amarrarla.
Después de unas horas, recibió un rotundo NO como respuesta.
Y es que, al parecer, quienes mueven los hilos de la mayoría en la LXIII legislatura federal tienen otros planes para Armenta y estos resultan mutuamente excluyentes con la coordinación poblana.
Fue entonces que se decidió que fuera Giorgana el elegido.
Las razones detrás del nombramiento fueron muy simples: Víctor Manuel garantiza una institucionalidad a prueba de balas -de esas que rayan en la sumisión- y a simple vista no tiene mayores ambiciones en su paso por la diputación federal.
Se trata de un personaje cómodo, movible, sacrificable, negociable: el auténtico comodín de la baraja.
Ahora bien, ¿por qué no Estefan?
¿Cuáles son las razones por las que se conjuntaron una serie de importantes complicidades que tuvieron como objetivo único evitar que llegara a la coordinación poblana?
¿Qué pasó con sus inmejorables relaciones con influyentes personajes como Luis Videgaray, Emilio Gamboa Patrón o el propio Manlio Fabio Beltrones?
Para Estefan el nombramiento era importante ya que le daría fuerza en el cabildeo para convertirse en el presidente de la Comisión de Presupuesto, la más importante e influyente de todas las comisiones legislativas.
Por lo mismo, resultaba lógico que contara con el apoyo de los antes mencionados para lograr tan ambiciosos objetivos.
Al parecer no fue así.
Y es que otro grupo, al parecer con mayor peso político en la toma de decisiones ha decidido que, por el momento, no conviene empoderar a Estefan.
A ellos, les genera desconfianza, mucha, la enorme cercanía que tiene con el gobierno poblano y están seguros de que no jugará los intereses del PRI en el proceso electoral del 2016.
A pesar de que su triunfo en el proceso federal de junio pasado les convino en lo político y de que palomearon gustosos el pacto de operación conjunta a su favor con el gobernador Moreno Valle.
En su lógica, Charbel tiene mucho mayores coincidencias -en lo político y en lo afectivo- con el virtual candidato oficial, el alcalde Tony Gali, que con quienes se manejan en la baraja tricolor como posibles candidatos a la mini-gubernatura.
¿Y sabe qué?
Por el momento no se equivocan.