No cabe duda, en la política como en otros aspectos de la vida, hay ocasiones en la que la frase “no es lo mismo los tres mosqueteros que 20 años después” se aplica al pie de la letra para entender una coyuntura específica
Es el caso de Ana Teresa Aranda, quien hasta hace muy poco era considerada todavía como el único estandarte local del panismo combativo.
El paso de los años o los largos períodos disfrutando de las mieles de la burocracia dorada la han convertido en una política descuidada, ausente, visceral, y por lo tanto vulnerable a cometer errores garrafales de estrategia.
Un ejemplo claro de lo anterior se dio durante el informe de legisladores federales de Acción Nacional el pasado sábado.
Al momento de hacer uso de la palabra, el líder nacional del blanquiazul, Germán Martínez, dedicó parte de su discurso a resaltar la importancia de La Doña en el crecimiento político del PAN poblano.
Sin escatimar elogios, recordó aquella cruzada que como líder estatal del partido encabezó Ana Tere para defender el triunfo de su partido en el municipio de Huejotzingo en las elecciones locales de 1995, la que incluyó una serie de acciones de “resistencia civil” que impidieron que el priista Miguel Ángel Martínez Escobar gobernara a pesar del fallo de la entonces llamada Comisión Estatal Electoral.
Martínez resaltó el valor de Ana Tere de enfrentarse y ganarle la partida al entonces gobernador Manuel Bartlett-el eterno “coco” de los panistas- y de convertir el tema en un asunto prioritario dentro de la agenda nacional del PAN.
Famosas se volvieron aquellas fotos de primera plana de diarios nacionales en donde cerca de cien panistas, tirados en el suelo sobre avenida Reforma, a las afueras de Palacio de Gobierno, cantaban el himno nacional mientras eran cargados y arrastrados por granaderos que intentaban desalojarlos.
Todo esto lo recordaba con nostalgia Germán Martínez hasta que se dio cuenta de que en el Complejo Cultural Siglo XXI había ya una silla vacía en la sección de “invitados especiales”, a pesar de que el evento no había terminado.
Sí, La Doña había abandonado el recinto y no pudo escuchar la elegía que le había dedicado su líder nacional.
Ana Tere se salió del informe en el preciso momento en el que Rafael Moreno Valle iniciaba su discurso.
Quienes la vieron aseguran que iba poco más que furiosa al ver a un auditorio de “panistas” apoyando mayoritariamente a un ex priísta.
De plano no lo pudo soportar.
Lo malo es que, lejos de parecer una militante congruente, ante los ojos de Martínez quedó como intolerante, visceral y potencial factor de división al interior de Acción Nacional, en un momento en donde “unidad” es la palabra clave para sumar y no restar en la carrera por la candidatura panista en el 2010.
LA CONJURA DE GERMÁN
Vaya que estuvo ocupado el líder nacional del PAN en su visita a Puebla.
Dos de los “gallos” panistas hicieron todo lo posible por acapararlo.
Primero, Humberto Aguilar insistió hasta el cansancio para que Germán Martínez desayunara con el en su propia casa.
Así lo hizo.
Fue el propio senador el encargado de promover el evento vía correo electrónico, intentando darle un toque de cordialidad e intimidad al resaltar que en el desayuno estuvieron presentes los miembros de su familia.
Poco después del informe, Martínez fue a comer al Restaurante La Conjura de Jesús Manuel Hernández en compañía del senador Rafael Moreno Valle y del Secretario del Trabajo Javier Lozano Alarcón con sus respectivas esposas.
También asistieron los padres de Moreno Valle.
Y es que, además de las razones políticas, la visita de Martínez tuvo mucho de social, no sólo con el objetivo de cuidar las formas y mostrarse imparcial en su trato con los que llevan la delantera en la carrera por la nominación blanquiazul.
Para nadie es un secreto que, en el muy probable escenario de que se descomponga el proceso de sucesión por el enfrentamiento entre grupos, será el líder nacional del PAN quien tenga la última palabra.
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