Hace algunas décadas, el padre de familia era el único que trabajaba y por ende, quien decidía enteramente el destino de su sueldo; con la incursión de la mujer al mundo laboral, los sueldos se unen pero también los gastos se reparten. Y las parejas que están acostumbradas a administrar su dinero únicamente entre dos, de pronto se descontrolan con la llegada del o los hijos.