Menos de 30 segundos bastaron para que el ex mandatario obtuviera luz verde a su solicitud.
Fue así como el gobernador llamó a Juan Pablo Piña, para que se encargara de operar el nombramiento “con carácter de urgente”, empezando por transmitir a la cúpula de los fedatarios públicos la orden dada desde Casa Puebla.
Y así se hizo.
Los potenciales brotes de protesta a semejante imposición fueron aplastados por las infaltables amenazas y bravuconadas.
Con el sello de la casa.
De esta manera, se dio la orden también de que se realizaran todos los trámites necesarios para que Morales Alfaro pasara de ser “notario auxiliar” a “notario titular”, condición considerada como obligatoria en la Ley del Notariado para quienes aspiren a encabezar el Colegio.
La transición se hizo en tiempo récord: tan solo 4 horas, cuando cerca de 20 notarios auxiliares llevan esperando los cuatro años del actual sexenio para que su cambio de condición sea aceptado.
Bendita transparencia.
Por cierto, quien se ha encargado de cabildear con el gremio en aras de que el camino sea terso para su cónyuge es el actual Auditor Superior del Estado, David Villanueva Lomelí, quien se jacta además de ser el autor intelectual del plan de trabajo de la próxima jerarca notarial.
Melquiades Morales y su hija Verónica han sido fundamentales para que el gobierno estatal reciba falsos y obligados apoyos por parte de los notarios poblanos.
El 1 de agosto pasado -en plena crisis gubernamental por el caso Chalchihuapan-, el Colegio de Notarios firmó un hipócrita desplegado de apoyo al gobernador Moreno Valle, en donde le “ reitera su solidaridad y participación en los programas de su gobierno”.
El desplegado lucía tan falso que le dedicaba unas conmovedoras líneas al Secretario General de Gobierno, Luis Maldonado Venegas, uno de los peores damnificados por el tema Chalchihuapan, no solo por su enorme ineptitud como operador político y encargado de la gobernabilidad del estado, sino porque de su boca salió la peor frase en la historia del servicio público poblano: “las piedras de gran calibre”.
A Maldonado, la cúpula notarial le reitera “el agradecimiento por el apoyo que ha dado a la función notarial y a los compromisos hechos con el Notariado Poblano en beneficio de la ciudadanía”.
El pretexto del desplegado fueron las modificaciones a la Ley del Agua que obligan a darse de alta en el padrón de Soapap a quienes pretendan tener certeza jurídica de su propiedad al registrar su escritura.
Los cambios se aprobaron desde mayo y el tema había dejado de ser noticia desde hace mucho tiempo.
Recién aprobadas las modificaciones no existió pronunciamiento alguno por parte de los notarios.
Mucho menos un agradecimiento.
Hasta que urgieron los apoyos.
Sobra decir que buena parte de los notarios poblanos no ven con buenos ojos la penosa sumisión de su gremio al ejecutivo estatal.
Algunos no olvidan que, escudándose en la lucha contra la corrupción en este sector, el gobernador ordenó al congreso votar una serie de modificaciones a la Ley del Notariado que pretendían mantener a los notarios a raya y bajo control.
La amenaza constante del retiro de la patente pende todavía como espada de Damocles sobre la cabeza de los notarios.
Además de lo anterior, los notarios sufrieron en carne propia la enorme corrupción que prevaleció en el IRCEP bajo la tutela de Alejandro Pagés y el enorme fracaso de su ambicioso proyecto de modernización y bursatilización del registro público de la propiedad y el catastro poblanos.
Entienden, sin embargo, que son tiempos de aguantar los últimos coletazos del dragón.
