Ellos han cumplido ya con todos los requisitos, sin embargo, desde octubre de 2013 el expediente duerme el sueño de los justos en la oficina del Secretario General de Gobierno, Luis Maldonado Venegas.
Cuatro invitaciones ha recibido el gobierno del estado de Puebla por parte de la federación para integrarlos a Fipago y hasta la fecha no hay respuesta.
Él, ni los ve ni los oye.
En estos once meses han buscado en reiteradas ocasiones una reunión con el funcionario y siempre han recibido una negativa bajo cualquier pretexto.
Sí, los defraudados de Bampeco han sido tratados de la misma forma que, en su momento, los presidentes auxiliares inconformes con el retiro de la facultad de administrar el Registro Civil en sus comunidades.
El retraso en la firma del documento llama la atención.
Y es que, en enero del año pasado, en plena inauguración del Centro Integral de Servicios de Puebla (CIS), un grupo de ahorradores abordó al gobernador Moreno Valle para exponerle su problema, obteniendo del mandatario una promesa concreta de apoyo inmediato.
Es más, testigos del hecho afirman que en ese momento giró las instrucciones correspondientes a Maldonado Venegas para atender el asunto con carácter de “urgente”.
Hasta el momento, nada ha pasado.
La aceptación por parte del gobierno estatal a la invitación hecha por Fipago sería la cereza del pastel de un largo periplo legal y de tocar puertas para ser escuchados.
La Caja de Ahorro Bampeco tenía sus oficinas centrales en Tehuacán y contaba con 26 sucursales ubicadas en municipios de Puebla, Oaxaca y Veracruz.
El gancho para atraer a inversionistas era colgarse del nombre de lo que un día fue el Banco del Pequeño Comercio, una entidad financiera propiedad del gobierno federal encargada de otorgar préstamos a los pequeños comerciantes y ofrecer una tasa de entre 9 y 11% mensual, dependiendo del monto.
Esta financiera se había convertido en un auténtico fenómeno, sobre todo en comunidades rurales de estos estados.
Cientos de productores agrícolas y propietarios de pequeños negocios habían encontrado en Bampeco una aparente solución para maximizar el rendimiento de su patrimonio, en algunos casos forjado a través de toda una vida.
En realidad, lo perdieron todo y están desesperados.
Ante el autismo del jefe de gabinete y en una medida desesperada, podrían aprovechar la coyuntura actual para tomar otras medidas y presionar para que el magnánimo encargado de la gobernabilidad del estado se digne a firmar un documento que le cambiaría la vida a cientos de personas.