Sí, la misma dependencia universitaria que dirige “la sobrina” de Alfonso Esparza: Susana Hernández, experta, eso sí, en bailes exóticos.
La reportera contó a Al Portador que incluso fue secuestrada por más de cinco horas en el campus de la BUAP.
Ella lo comparte:
“El viernes 19 de septiembre al filo de las 17:00 horas acudí a dejar a mi hija a la escuela de Gimnasia de la BUAP, como lo hago los días lunes, miércoles y viernes que es cuando mi pequeña de 8 años de edad toma clases de dicha disciplina”.
“Al intentar pasar con mi vehículo hacia el estacionamiento un sujeto que resguarda la “seguridad” de la máxima casa de estudios del estado de Puebla me cerró el paso e impidió el acceso hacia el estacionamiento de la Facultad de Contaduría, bajo el argumento de que “ya no había lugar”.
“Le pedí que me permitiera pasar debido a que sí llegaba tarde no dejarían ingresar a mi hija a su clase, sin embargo sólo obtuve la negativa de su parte, además de que mostró una gran molestia al momento de desempeñar su trabajo”.
“El sujeto, con el número de agente 127, de quien ahora sé que responde al nombre de, Mario Abel Osorio Olvera, empezó a tomar un video de mi persona, así como de mi hija (menor de edad), y de mi vehículo, situación que me asustó; por ello determiné tratar de arrebatarle la cámara de fotos, a lo que el sujeto respondió de manera agresiva y me dijo que “me iba a cargar la chingada” incluso me tomó del brazo de manera violenta y me aventó”.
“Este señor después se lanzó hacia el cofre de mi unidad, misma que estaba en alto total, después pidió el apoyo de sus superiores y llego el contador Salvador (creo que su apellido es Flores), quien me dijo que era el coordinador de las cámaras de vigilancia de CU y de manera amable me explicó que había obras y que no se podía pasar y me comentó que me podía retirar”.
“Sin embargo, minutos después llegó Emilio Hernández Lezama y dijo ser el supervisor de los vigilantes, empezó a hacer llamadas y me solicitó que llamara a mi aseguradora, a lo cual después de un rato accedí, pese a que el sujeto que decía estar lesionado no presentaba visiblemente lesión alguna. Esto pude constatarlo debido a que una ambulancia de “emergencias” de la BUAP se encontraba en el lugar y ya le habían hecho una “valoración” “profesional” (SK-78-449) por parte de médicos de la institución, misma que pude grabar durante unos cuantos segundos”.
“Llegó el ajustador del seguro, la ambulancia del mismo y los paramédicos hicieron la valoración correspondiente con el argumento de que el sujeto tenía una contusión, pues al oprimir el área de la “lesión” refería dolor, es necesario aclarar que nunca hubo hechos de sangre y sólo puedo recordar un forcejeo entre el agente de seguridad y yo, en el que obviamente quien llevó ventaja fue él”.
“El ajustador de la empresa aseguradora proporcionó el pase médico correspondiente a una institución de carácter privado, sin embargo lo único que recibimos fue la negativa de parte del “lesionado” para trasladarse a que le tomaran las radiografías correspondientes”.
“Llamaron a seguridad municipal, llegaron al menos tres patrullas entre ellas la T-233 y otras dos de las cuales descendieron oficiales y aseguraron me llevarían detenida a la unidad de delitos culposos, así lo expresó el oficial García, quien estaba a cargo de la unidad antes mencionada. Es importante mencionar que de una de las unidades de la dependencia municipal descendió un oficial con un arma larga y dos oficiales (un hombre y una mujer) me pidieron mi nombre completo, mismo que accedí a proporcionarles”.
“Como sí se tratara de un delincuente de alta peligrosidad mi vehículo estuvo resguardado por unidades de seguridad de la BUAP, así como por la patrulla T-233, esto mientras que llegó la unidad de Servicios Periciales, y quien ya había cambiado el discurso, pues al principio fue quien dijo que me llevarían detenida a Delitos Culposos”.
“Los oficiales de Servicios Periciales llegaron al filo de las 8:00 u 8:30 a bordo de una camioneta tipo Pick-Up y a la que se subió a dialogar con ellos el señor Emilio Hernández, quien estuvo por al menos diez minutos dentro la unidad, posteriormente bajó y yo nunca fui requerida por los oficiales, simplemente arrancaron la unidad y se retiraron del lugar”,
“Tengo que subrayar que la “única” persona que sabía sobre mi desempeño laboral es el señor Emilio Hernández, quien durante el largo rato en el cual estuve tratando de hacerle ver que yo no había cometido falta alguna en algún momento me preguntó a que me dedicaba”.
“A las 21:00 horas, ahora el “lesionado” pidió al menos 2 mil 500 pesos para resarcir el daño, debido a que aseguró que el incidente no lo cubre su servicio de seguridad social pues lo califica como “que no es accidente de trabajo”, pese a que estaba en servicio al momento de que se presentó este incidente”.
“Mi esposo tuvo que salir de CU a un cajero electrónico para sacar la suma que solicitaba el supuesto “lesionado” que ya estaba asesorado por un abogado de la BUAP, de quién desconozco su nombre, pero que sí puedo decir fue quien por su puño y letra redactó los términos del “perdón” y el recibo, de los cuales sólo tengo copia digitalizada”.
“Como a las 9:15 ó 9:30 de la noche el “lesionado” por su propio pie descendió de la ambulancia y se instaló en el interior de la patrulla de la BUAP tipo Tsuru con número de placas TDY-7185 misma que estuvo custodiándome toda la tarde”.
“Me atrevo a levantar la voz porque no soy la única persona que acude a CU a realizar actividades extra curriculares, somos muchas las madres de familia que llevamos a nuestros hijos a realizar deporte por las tardes, no es justo que los encargados de dar apoyo universitario abusen de su “autoridad” y pretendan cometer toda esta serie de atropellos”.
Hasta aquí la larga y necesaria cita, pues refleja que además del terror, la DASU empezó a operar como el brazo de la intimidación de Alfonso Esparza con la complicidad de las autoridades policiacas del municipio de Puebla.
