Ellos creyeron en una versión oficial basada en el disparo de un cohetón por parte de los manifestantes, cuya onda expansiva mató a José Luis Tehuatlie.
Siguieron al pie de la letra la indicación de callar, obedecer y defender una versión que ayer fue desmontada por la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Exhibió lo desalmado y miserable que es el poder en Puebla, el problema es que ya sin el menor decoro siguieron en la defensa de lo indefendible.
El gobierno de Moreno Valle fue hallado culpable y además tiene que ofrecer disculpas públicas y comparecer ante el senado de la República.
El gobernador se enfrentará en los últimos 871 días de su sexenio al desgaste político, si es que los termina. Y es que no se le juzga por jalar el gatillo ni ordenar la carnicería humana en Chalchihuapan, sino por encubrir un homicidio con una mentira creada con todos los recursos del estado: presupuestales y mediáticos.
Patético papel de los medios sometidos al Tripack. ¿Qué le explicarán ahora a su auditorio Televisa y TV Azteca en Puebla?
¿Aceptarán que fueron comprados por una versión oficial?
¿Las radiodifusoras seguirán en defensa de los intereses mentirosos del poder?
¿Qué conductor tendrá los huevos de renunciar o abiertamente denunciar lo que pasó en realidad?
¿Medios digitales e impresos que publicaban lo que les ordenaban sin cambiar una coma?
Señores, se los llevó el carajo. Su descrédito arrastrará a todos inevitablemente.
Sexenio fue la punta de lanza en la campaña de criminalización de los pobladores de Chalchihuapan. El gobernador Moreno Valle anda molesto con Gerardo Islas porque editó una entrevista con la madre del menor muerto, Doña Elia Tamayo, para exonerar al mandatario y culparse ella misma.
Eso, le dijeron sus abogados, es incriminatorio, al igual que los videos y la campaña pagada en redes sociales.
Todavía mandó a difundir miles de periódicos con mitos y realidades de Chalchihuapan, donde aseguraba que una onda expansiva del cohetón había provocado la muerte y los responsables eran los pobladores.
Síntesis de Armando Prida no se quedó atrás. Entendible porque le han hecho el favor de desaparecer el expediente en el que lo acusan sus hijas de crímenes inconfesables. La teoría que divulgó fue la del cohetón.
Opiniones en radio y televisión para lavar la imagen de Moreno Valle se multiplicaron, al igual que las columnas en defensa de una mentira que por más que se repitió mil veces no pudo terminar como verdad.
Medios nacionales en el cadalso. Ciro Gómez Leyva que lamentó decir que los pobladores habían matado al menor (http://bit.ly/1oznyWi) y Óscar Mario Beteta (http://bit.ly/1tOgFaE) que tras el peritaje de la PGJ dio carpetazo al caso.
Pascal Beltrán del Río, director editorial de Excélsior, que presumió no escribir jamás sin datos duros y exoneró a Moreno Valle, ahora mucho tendrá que explicar a sus lectores. (http://bit.ly/1pcpkMq)
Y todos aquellos hijos de la chingada que publicaron que las críticas a Moreno Valle eran parte de una campaña de odio y revancha contra él por negarnos un convenio comercial.
Miren, la historia puso a cada quién en su lugar.
Todos ellos quedan en el muladar.
Sus hijos se los reclamarán.
Y es que encubrieron un asesinato de un niño.
Tengan madre.
Lo peor es que lejos de acabar, apenas empieza el descrédito y la falta de autoridad moral de un gobierno que tuvo todo para ser el mejor y termina como el peor.
