VENGANZA FEMENINA I
Un hombre que siempre molestaba a su mujer,
pasó un día por la casa de unos amigos
para que lo acompañasen al aeropuerto
a dejar a su esposa que viajaba a Paris.
A la salida de inmigración, frente a todo el mundo,
él le desea buen viaje y le grita:
Amor, no te olvides de traerme una hermosa francesita.
Ella bajó la cabeza y se embarcó muy molesta.
La mujer pasó quince días en Francia.
El marido otra vez pidió a sus amigos
que lo acompañasen al aeropuerto a recibirla.
Al verla llegar, lo primero que le grita a toda voz:
Y amor ¿me trajiste mi francesita?
Hice lo posible, ahora tenemos que rezar para que nazca niñita.
VENGANZA FEMENINA II
Paseando por la playa,
la esposa le pide al marido que le compre un bikini.
El le contesta: Con este cuerpo de máquina lavadora, ni pensarlo.
Siguen caminando y ella insiste:
Entonces cómprame un vestido.
Y el le responde:
Con este cuerpo de máquina lavadora, ni pensarlo.
En la noche, ya en la cama,
el marido se da vuelta hacia su mujer y le pregunta:
¿Qué te parece si echamos a andar esta máquina lavadora?
Y la mujer, con desprecio, le contesta:
¿Para qué lavar este trapito? Lávalo a mano que da menos trabajo.
VENGANZA FEMENINA III
El marido, en su lecho de muerte, llama a su mujer.
Con voz ronca y ya débil, le dice:
Muy bien, llegó mi hora,
pero antes quiero hacerte una confesión.
No, no, tranquilo, tú no debes hacer ningún esfuerzo.
Pero, mujer, es preciso. – insiste el marido
Es preciso morir en paz.
Te quiero confesar algo.
Está bien, está bien. ¡Habla!
He tenido relaciones con tu hermana, tu mamá y tu mejor amiga.
Lo sé, lo sé, le dice la mujer
Es por eso que te envenené, hijo de puta.