Los comunicados oficiales, incluyendo fotografías, antes de enviarse a los medios de Puebla son revisados y autorizados por Isabel Hermoso, ooooootra de las damas que controlan la burbuja de Esparza.
Ella en los hechos es quien determina las políticas informativas y de comunicación de la institución. Avendaño no sirve ni para eso.
Por si fuera poco, todos los convenios del llamado Tripack fueron protocolizados directamente por el tesorero Óscar Gilbón.
Gilbón acuerda, negocia y palomea los convenios de medios 2014.
Así, el cadáver de Avendaño deambula por los pasillos de la institución.
Jodido director de Comunicación de la BUAP, cuyos boletines los autoriza Isabel Hermoso y los convenios comerciales son formalizados por el tesorero Gilbón.
Si tuviera dignidad debería renunciar.
Nadie lo pela. Desconfían de él.
Eso sí, como rey chiquito, nadie puede hablar con dueños, directores y columnistas si no está él presente. Su fortaleza es su oficina, afuera es una caricatura.
Radio BUAP, que depende de él, es otro caso de que si quieres desmadrar un proyecto de comunicación, entrégaselo a un bibliotecario.
Avendaño enfrenta tres demandas laborales por despidos injustificados y malos tratos de parte de reporteras de la institución.
El rector lo evade.
Sin Marcelo García Almaguer en Puebla, sólo recibe línea de Fernando Crisanto, responsable de medios locales del gobierno del estado, sin percatarse que la política de pasividad ante cualquier crisis debilita, no fortalece.
Así, Crisanto y su operadora Clara Ramírez son los únicos que aún le hacen piojito.
El rector, insisto, no confía en él.
Se queda con Hermoso y Gilbón para lo que necesita de medios.
Y es que para Esparza, su director Avendaño es una especie de topo, quien filtra información al gobierno de Puebla de lo que hacen el propio rector y principales colaboradores.
Todos los días pasa, vía BB, un reporte de lo que ocurre en la universidad.
Así, no se pinches puede.
