Así como lo lee.
En su lógica, la única manera de que en legislativo nacional se aprueben las propuestas de las leyes secundarias que vuelven operativas las grandes reformas estructurales propuestas por el presidente Peña al Congreso de la Unión, es garantizar la permanencia de Madero al frente del PAN.
Lo anterior, significaría en los hechos la continuidad de un acuerdo implícito que, en aras de la gobernabilidad, ha reducido a Acción Nacional a su mínima expresión como partido de oposición.
Así de claro.
De lograr la reelección, Gustavo seguiría a las órdenes del presidente Peña en un “sui géneris” y estoico ejercicio de servicio a la nación.
¿Cómo la ve?
Ahora bien, en esta estrategia, el gobernador de Puebla juega un papel fundamental.
Al operar abiertamente a favor de Madero y no escatimar reflectores, Rafael Moreno Valle se vende ante el presidente Peña como el garante de estos acuerdos.
No sería la primera vez.
En un par de coyunturas de vital importancia para el gobierno de la República, el mandatario poblano operó a favor del presidente.
La primera y tal vez más importante, se dio cuando el Partido Acción Nacional amenazó con abandonar la mesa de negociaciones del Pacto por México, una vez que se demostró el uso electorero de la Cruzada Nacional Contra el Hambre en Veracruz.
Para la derecha, la reacción del ejecutivo federal fue por lo menos “tibia”, lo que motivó la amenaza de dejar a un lado las negociaciones de las reformas.
Fue el gobernador Moreno Valle quien utilizó toda su influencia y capacidad de operación en el partido para evitar el rompimiento.
La segunda se dio en medio de las protestas de la disidencia magisterial nacional a la aprobación de la reforma educativa.
La presidencia de la República llevó a cabo una estrategia de operación para evitar que estados estratégicos como Puebla y el estado de México se contaminaran con las manifestaciones y paros de docentes que se vieron en Michoacán, Guerrero y Oaxaca.
El gobierno del estado entregó una cantidad atípica de bases a trabajadores de “apoyo a la educación”, minimizando así las protestas que se dieron en Puebla.
Posiblemente tienen razón los maderistas al asegurar que la llegada de Cordero a la dirigencia nacional del PAN pondría en riesgo la aprobación de las leyes secundarias de las reformas estructurales, sin embargo, no mencionan siquiera las consecuencias que este “continuismo” sumiso podría generarle en lo electoral al partido.
Tampoco hablan de que una victoria de Madero le entregaría el control absoluto del PAN a una sola corriente interna, la que apoya el gobernador de Puebla, quien sin duda lo utilizaría para su proyecto político personal, cualquiera que este sea.
Y es que, este proyecto no necesariamente pasa por ser candidato presidencial en el 2018.
Negociar con el gobierno federal a cambio de mantener el control absoluto de Puebla en el mediano plazo, no suena nada mal en el presupuesto morenovallista.
Para negociar con el PAN, hay que ser su dueño absoluto, lo que podría concretarse sin problemas el próximo 18 de mayo.
Con todo lo que esto implica.
