Me basta con cerrar los ojos y pensarte para sentirte de nuevo junto a mí. Tu voz deliciosa en mi oído en medio de la noche mientras mis manos juguetean con mi cuerpo y mi mente tiene la capacidad de convertirlas en las tuyas…
Me gusta rememorar el momento cuando te encuentro, o… ¿Acaso me encuentras tú? La cuestión es que sucedió una de esas noches de ocio y deseo, donde era imperante compartir con una voz la locura de este cuerpo ardiente… de esta rajita caliente que desea tanto… de este dildo que penetra mi sexo provocando llamaradas. Sin más, ingreso a una sala de cibersexo. Mentiría acerca de esos detalles pero en algún momento me encuentro dándote mi teléfono mientras deseo de manera ferviente que sea algo agradable y pueda tener un delicioso orgasmo acompañada de ti.
Inicia la charla y así nos enganchamos en un intercambio de palabras, de opiniones, de pensamientos mientras disfrutaba de tu voz, esa seductora voz que penetraba en lo más profundo de mi cabeza con desparpajo y cierto cinismo, del tintineo de los hielos en tu vaso y las bocanadas de humo del cigarrillo que, me parece, llena el ambiente. Hasta que me sentí lo suficientemente cerca de ti para rozar tu cara, recorrer tus cejas, ojos, mejillas y boca con mis labios convertidos en mariposa mientras tú me alientas a seguir diciéndome cuanto te gusta, la mariposa evoluciona en un ser reptante, envolvente, anhelante… en un ser todo dientes ansioso de probarte, regresando a tu boca para beberte… tú no perdías tiempo, tus manos me recorrían, me estrujaban, jaloneando mi cabello mientras musitabas mi nombre, pero era mi momento y siempre agradecí que me permitieras saborearte, bajar hasta tu pecho donde inhalaba tu aroma saturando con él mis pulmones ¿Recuerdas como nos excitaba el olisquearnos como fieras salvajes? el pensar en tu aroma de macho, en el vello de tu axila, de tu vientre y mi nariz aspirándote, intoxicándose…
Sí, era toda una hembra deseosa de ti, que en medio de lengüetazos y olisqueos seguía bajando por tu cuerpo hasta llegar a tu miembro, el cual deslizaba por toda mi cara ¡Que rico sentir tu carne dura y vibrante marcando el contorno! Acercar mis pezones duros y erectos a la cabecita para que se encuentren y se humedezcan con el jugo de tu calor… mmm… para entonces afloraba ese lobo que llevas dentro y te convertías en una fiera que me devoraba… ¡Ahhh! esas mordidas que me dabas en el cuello entre gruñidos provocaban que yo me entregara sumisa y dócil a ti, mi amo para que hicieras de mi lo que quisieras… como una presa entre tus fuertes mandíbulas.
Acariciabas mi sexo, húmedo y caliente para ti… por ti… a veces de una manera dulce y suave, otras… como se toquetea el sexo de una golfa que encuentras en la calle y por ese simple hecho ya es tuya. Bajabas a él, para comerlo con maestría, para saborearlo como solo tú puedes hacerlo, recorriendo con tu lengua toda mi vulva y ano, diciéndome como te gustan y el sabor tan dulce que tienen, mientras en mi cama yo me contorsiono envuelta en un orgasmo… sudando con un dildo dentro de mi… perdida en la fantasía de tu voz.
Comienzas a penetrar mi rajita con tus dedos, los cuales llenas de mis jugos, los llevas a tu nariz y los hueles para después meterlos en tu boca y saborearlos en medio de la lujuria. Después, lo que tanto esperaba… tu verga, entrando totalmente. Comienza el mete y saca que me convierte, me transforma y dejo de ser quien soy para solamente convertirme en deseo y carne, llegar al punto donde me confieso una puta clamando por ti, mi macho. Somos todo jadeos y calentura cuando te pido que me cojas por el ano, por mi culo… así con fuerza, sin reparo ni piedad… y lo haces. Así, fuerte, como el cabrón que eres y que tanto me calienta, de nuevo me pierdo en la bruma donde lo único claro es cuanto disfrutamos.
¿Sabes? en medio de la vorágine de las sensaciones se sobrepone el sonido de tu voz diciendo mi nombre de manera apremiante, cada vez más y más intensa hasta convertirse en un grito, que va disminuyendo así como de tu verga fluye y fluye el líquido que me inunda.
La calma llegaba y nos despedíamos, sin preguntar por una próxima vez, aunque debo agregar que hubo muchas, hasta que sin saberlo, aconteció la última.
Fuiste el primero de varias maneras. Después de esto, después de ti… alguien se atrevería a preguntarme… ¿Te gusta el sextel?