Hasta el momento, ni lo uno ni lo otro.
En lo que se refiere al tema del dinero, lo curioso del caso es que el Consejo Estatal de Seguridad Pública (CESP) recibió en tiempo y forma los recursos provenientes del gobierno federal.
A su vez, el CESP los transfirió a la Secretaría de Seguridad Pública del estado, en donde al parecer se “extraviaron”, ya que jamás fueron utilizados para los fines que se presupuestaron.
La cadena de mando al interior de la dependencia, cuando se trata de un asunto de dinero, es muy sencilla.
Su titular, Facundo Rosas, es enterado de la transacción y el destino que deben llevar los recursos.
De ahí, la responsabilidad de su gasto y operación recae en Mario Alberto Valencia Velasco, Director General de Administración, y en Mario Enrique Ramírez Olguín, Director General de Planeación Estratégica y Desarrollo Institucional.
¿Qué pasó?
¿Dónde quedó la bolita?
75 alumnos, a 3 mil pesos por cada uno, por un lapso de seis meses, nos arroja la nada despreciable cantidad de 1 millón 350 mil pesos.
Nada mal para un solo negocio.
Suficiente como para que la Contraloría estatal inicie una investigación.
A pesar de no haber recibido este dinero, los cadetes de la Academia tienen que gastar recursos propios en su alimentación, ya que tampoco eso les cumplieron.
Las tres comidas prometidas jamás llegaron.
Y es que, en este espacio, le conté hace un par de meses como desde la Secretaría de Seguridad Pública estatal se favorecía a la empresa Banquetes Álvarez, ubicada en la ciudad de México, quien por asignación directa tenía el contrato exclusivo del servicio de alimentación de policías estatales, custodios e internos de todos los Centros de Readaptación Social del estado e internos de la Academia.
También le comentaba que esa misma empresa otorgaba el mismo servicio de alimentación para policías federales destacados en los estados, cuando Facundo Rosas fungía como comisionado de la Policía Federal y en cargos administrativos se desempeñaban Valencia Velasco y Ramírez Olguín.
¿Casualidad?
No lo creo.
La revelación periodística les acercó el fuego de tal manera que, desde el pasado 7 de enero Banquetes Álvarez dejó de prestar sus servicios, por lo menos en lo que a la Academia se refiere.
El problema es que ninguna otra empresa ha sido contratada en su lugar.
La historia anterior es un reflejo del trato indigno que reciben quienes aspiran a integrarse a las filas de la policía estatal.
Claro que en el discurso se maneja una auténtica preocupación por formar cuerpos policíacos de probada capacidad, compromiso y honestidad en el combate a la delincuencia.
Así, ¿cómo?