PRIMERA PARTE
Los conocedores de los tiempos de la sucesión estatal han llegado a la conclusión que la definición de quiénes llegarán a la final habrá que esperarla hasta después de las elecciones federales de renovación de la Cámara de Diputados en el 2009.
Este análisis implicaría que sería hasta agosto el mes en el que comenzará a enviarse luz verde para el relevo en Casa Puebla.
Para contextualizar los tiempos vale la pena ubicar a cada uno de quienes ya levantaron la mano para ocupar un lugar.
Javier López Zavala. El Secretario de Desarrollo Social sin duda es el más adelantado. Dispone de apoyos y presencia a través de la obra de gobierno. Seis días a la semana anda de gira por el interior del estado. Realiza amarres políticos, regionales y hasta religiosos. El otro restante hace lo mismo en la capital. Zavala se encuentra en la mira de todos aquellos que pretenden lo que él puede presumir: Cercanía con quien gobierna Puebla. El círculo más cercano opera a su favor. Los adversarios han detectado que hoy está más enfocado al voto verde priísta que a la sociedad civil, donde sus bonos andan bajos. Trata de control el sufragio duro puede traer como riesgo la división tricolor.
Mario Montero Serrano. El Secretario de Gobernación levantó la mano el jueves pasado con su comida de cumpleaños, donde mostró su músculo financiero con personajes que disponen de recursos para lanzarse a la aventura por Casa Puebla. José Cernichiaro como jefe de la campaña económica es un indicador de que la derecha no lo ve mal. Montero desde su posición crea su circunstancia en espera de que a Zavala no le alcance la fuerza con la sociedad civil, pues sabe que el voto duro se irá con quien Marín decida. Su papel de jefe de gabinete es cuestionable, en virtud de que buena parte de sus compañeros prefieren la Z a la M.
Jorge Estefan Chidiac. El diputado federal priísta trabaja en realidad más por el 2012 que por el 2011. Y es que su apuesta es operar la campaña financiera de una eventual candidatura a la Presidencia de la República del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. Aspira más a una secretaria federal que a ocupar la oficina principal de Casa Aguayo. Es quizá el único con visión de circunstancia nacional. Claro, tampoco puede decir no voy, pues sabe la importancia de la negociación política de cara a lo que realmente pretende.
Enrique Doger Guerrero. El ex alcalde de Puebla anda arrastrando la cobija política. La etiqueta de corrupción y autoritarismo se la ha puesto a la menor provocación. Los priístas hallaron en la indiferencia su mejor antídoto. En las encuestas estatales bajó notablemente, mientras que en la capital la imagen de Blanca Alcalá lo eclipsó. Su principal error ha sido abrir frentes de pelea con todos al mismo tiempo, lo que se traduce en que la lista de enemigos crece y no hay político que confíe en el cumplimiento de acuerdos. Su amago de irse a otro partido, el PAN, se refleja ya en el ánimo que negociará con Rafael Moreno Valle su posición.
Jesús Morales Flores. El hermano de Melquiades anda activo en el interior del Estado. Su problema ahora es que el respaldo tácito que recibía desde Salud, tras la salida de su hermano Roberto Morales, será una merma en sus aspiraciones.
Blanca Alcalá Ruiz. La presidenta municipal de Puebla es quizá el personaje que una vez más empieza a ver cómo se acomodan a su favor las circunstancias, a pesar de que no quiera. Se cumple la máxima: Si es para ella, aunque se quite. En el imaginario colectivo su condición de mujer y de que hace todo lo posible para resolver todo lo malo que dejaron los hombres gravita a su favor. Será la única que sin moverse estará en la final.
Mañana el análisis en la derecha y la izquierda.
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