-Pase el primero-.
El hombre entra, la voz dice:
-Al frente suyo hay una puerta, detrás de ella hay una escopeta en una mesa, y está su esposa atada en una silla, entre, dispárele y el puesto será suyo-.
El hombre dijo: -no puedo, no soy capaz-.
Entonces la voz le dijo:
-Puede retirarse, usted no sirve para este empleo, pase el siguiente-.
Entró el segundo hombre muy decidido, la voz repitió:
-Al frente suyo hay una puerta, detrás de ella hay una escopeta en una mesa, y está su esposa atada en una silla, entre y dispárele, y el puesto será suyo-.
El hombre entró, tomó la escopeta y se puso a llorar.
Entonces la voz dijo:
-Váyase, usted no sirve para esto, pase el siguiente-.
Entonces entró la mujer, la voz le dijo:
-Al frente suyo hay una puerta, detrás de ella hay una escopeta en una mesa, y está su esposo atado en una silla, entre, dispárele y el puesto será suyo-.
La mujer entra, toma la escopeta y antes de que se cierre la puerta, pum, pum, pum, pum, le descargó cuatro cartuchos en la cara a su esposo, luego se cerró la puerta y empezaron a sonar golpes, quejidos, vidrios rotos. Y así, se demoró un tiempo, cuando de pronto sale la mujer toda llena de sangre y dice:
-¡Me hubieran dicho que las balas eran de salva, me toco matarlo a sillazos!-