Pasa la monja número uno, y le dice al sacerdote:
-Padre me he reído en misa.-
La monja número dos dice lo mismo, y así sucesivamente hasta llegar a la monja número treinta y nuevamente confiesa lo mismo.
Al llegar a la última monja, el sacerdote le dice:
-Ya sé hermana, se ha reído en misa.-
Y ella le contesta:
-¡No padre, yo fui la del pedito!-