El sacerdote, muy inconforme con la elección de los padres, los regaña:
-No, no, no… hijos míos, no pueden ponerle Batman al niño-
– Bueno padrecito, entonces… ¿Superman?-
– Tampoco, ¡caramba! …no pueden ponerle un nombre de superhéroe…. Deben ponerle un nombre de pila-.
– ¡Ahhh, pues ya está, padrecito… se va a llamar Duracel!-