– Dios te lo cuidará, hijo.-
– Bueno -dijo el campesino-, y entró a la iglesia.
Cuando el padre se disponía a comenzar la misa dice:
– ¡Dios está con nosotros!
Entonces el campesino se levanta enojado de su asiento y dice:
– Entonces, ¿¡Quién chingaos me está cuidando el caballo!?