Prioridad número uno: llevar a buen puerto las cuentas públicas de cada una de las dependencias y organismos descentralizados de la administración pública estatal.
Si bien es cierto que, quien lleve oficialmente el dudoso honor de ser “líder del Congreso” saldrá de quien no resulte candidato a la alcaldía en el binomio Tony Gali-Jorge Aguilar, el auténtico hombre fuerte del siempre sumiso legislativo poblano será quien en su momento le juró amor eterno a Ana Teresa Aranda.
Y es que, camaleónico y pragmático como es, Escobedo supo mantenerse al margen de la pelea a muerte entre La Doña y el hoy gobernador, lo que lo perfila a un futuro político a corto plazo muy diferente al de la panista.
Mientras Ana Tere declaraba a los cuatro vientos su malestar por la inminente designación de Rafael Moreno Valle como candidato a la gubernatura por el PAN y operaba con el grupo de los panistas dogmáticos en contra del hoy mandatario, Escobedo sostenía secretísimas reuniones con Fernando Manzanilla, coordinador de la campaña morenovallista y hoy supuesto jefe del gabinete estatal.
Manzanilla puso sobre la mesa la promesa de designar a Escobedo como Secretario de Salud a cambio de encabezar la contracampaña negra que Aranda estaba realizando al interior de Acción Nacional.
En la oferta original, el atlixquense iba a permanecer en el cargo 8 meses para después perfilarlo como parte de la fórmula panista al Senado de la República.
Como fueron mínimas las reacciones de protesta por las modificaciones legales hechas en el Congreso local para designar a Jorge Aguilar Chedraui como titular de los servicios de salud pública del estado, no fue necesario echar mano de Escobedo, por el momento.
Hasta que la bomba estalló en la Secretaría de Desarrollo Social estatal.
Mujer de dignidad probada, Myriam Arabián jamás estuvo dispuesta a aguantar ofensas, malos tratos y vejaciones y salió de manera abrupta del gabinete.
Ahí se abrió una oportunidad para Escobedo.
Era evidente que Néstor Gordillo necesitaba exposición mediática para perfilar su candidatura a una diputación federal, por eso fue designado como titular de la Secretaría, pero el amarre con Salvador Neftalí se hizo en ese momento, aunque se concretó después.
El gobernador con el nombramiento, sumó puntos en la estrategia de recomponer su relación con el presidente Calderón, dañada en ese momento por la forma en la cual se dio la salida de Myriam Arabián de la Sedesol poblana.
En Los Pinos saben que detrás del sospechoso revive del proceso penal en contra de la poblana por supuestos delitos electorales, estuvo la mano de operadores políticos cercanos al gobernador y que inclusive el propio Heriberto Félix Guerra, actual Secretario de Desarrollo Social federal, podría haber dado el visto bueno a la maniobra.
Y es que, en pleno período de transición, Félix Guerra recibió la promesa de que sería él y nadie más, quien designara al delegado de la dependencia en Puebla.
No contaba con la petición personal que le hizo el presidente Calderón al entonces gobernador electo de integrar a su gabinete a una de sus operadoras de mayor confianza: la propia Arabián Coutollenc.
La llegada de Escobedo fue un mensaje de inclusión al presidente Calderón, a través de la integración al gobierno del estado de un personaje que en ese momento desempeñaba un cargo de importancia real en el gobierno federal como Coordinador Nacional del programa Oportunidades.
Por su parte, Escobedo encontró la oportunidad perfecta de salir de una posición en donde los roces con el secretario Félix Guerra eran ya cosa de todos los días.
Ahora, con un gabinete fracturado por ambiciones políticas personales y con un desencanto evidente de personajes cercanos al gobernador, por su muy particular forma de ejercer el poder, será un personaje “externo” al primer círculo del mandatario quien reciba la tarea más importante para el morenovallismo en la segunda mitad del sexenio, lo que determinará no sólo la manera cómo terminará la administración, sino si hay tamaños para pensar en la presidencia de la República en el 2018.
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