23-11-2024 02:16:42 AM

Una tarde del dos de octubre

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La tarde del dos de octubre fue la del nuevo brío que pretextó la movilización, una vez más.

oct2-1Tarde en la que se mezcló el Yo Soy 132 con el grupo de universitarios que aprovechó la suspensión de clases, y con el estudiante que dijo ser inspirado en Marx y Lenin.

También la tarde en que la improvisada y errática ruta del contingente –de Ciudad Universitaria de la BUAP al zócalo- provocó roces con la Policía Municipal cuando ésta retomaba el camino para escoltarlos.

¡Sin violencia! ¡Sin violencia!

Gritaron los estudiantes cuando sintieron cerca las motocicletas policiacas.

“Es que están pintando las paredes y los autos”, justificó el uniformado.

¡La lucha no es contra ti!

Vociferó con desesperación uno de los tantos enmascarados universitarios cuando forcejearon con los uniformados, irónicamente sobre el bulevar  Gustavo Díaz Ordaz.

oct2-2¡Alerta, alerta que camina, la lucha estudiantil por América Latina!

Tarde de ausencias.

Ausencia del conocimiento de figuras públicas poblanas, cuando el brigadista entregó un volante a la clienta de comida rápida sin advertir, como el resto de los manifestantes, que se trataba de Liliana Ortiz, esposa del presidente municipal Eduardo Rivera.

Ausencia de los logotipos de Televisa en reportera y camarógrafo que cubrieron el evento para la denostada televisora.

Ausencia cómplice de Tlaloc y Tonatiuh que aligeró la marcha.

Tarde de mantas y pancartas.

De máscaras de Anonymous y de la catrina.

De la cabeza estacada de Elba Esther y Peña Nieto.

Del #YoSoy68.

De rostros cubiertos con paliacates, bufandas, pasamontañas.

De gritos tardíos como el ¡México sin PRI!; y cándidos como el de ¡La Reforma Laboral la vamos a parar!

Tarde del gazapo al pugnar por un movimiento excluyente en vez de uno incluyente.

Tarde del frijol en el arroz cuando Alejandro Palma, director de Filosofía y Letras de la BUAP, ocasionó revuelo con su presencia.

“Ese guey nos mandó a madrear cuando protestamos por el alza del precio al pasaje”.

Una tarde del dos de octubre nublada después de un par de horas de camino, de consignas, del reiterado “no se olvida”.

De escala en la Plaza de la Democracia desde donde se escuchó un solitario y tímido grito de ¡Fuera Agüera!

Tarde que logró reunir unos 500 manifestantes para conmemorar la matanza de Tlatelolco, pero que tuvieron que ahogar abruptamente los discursos en el zócalo.

¿El motivo?

La marcha de ambulantes, curtidos en mitotes callejeros, que llegó a plantarse frente a Palacio Municipal con cuatro camionetas con sonido móvil.

“Pero el primero de diciembre estaremos acá, para decir ‘no pasas guey’”, alcanzó a lanzar la advertencia el sudoroso estudiante por el altavoz.

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