22-11-2024 09:28:06 AM

Con fiestas patrias, gobernantes confirman lealtades

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Esta vez Eduardo Rivera sí pudo quedarse con la corona de la fiesta del Charlie Hall, dejando atrás la noche triste aunque el fantasma de un nuevo desplante estuvo presente ante el punto de quiebre en el que se encuentra la relación entre el ejecutivo estatal y el clan de los panistas ortodoxos, luego de que estos últimos por primera vez -en el tiempo que lleva de vida “el gobierno de la alternancia”- alzaron  la voz en contra de los maltratos del tlatoani de Harvard

statushoy17El capricho que surgió de Casa Puebla provocó una inminente división entre los poblanos que tuvieron que dividir su corazón entre dos celebraciones por el grito de independencia, el original y el espurio, el de los tradicionalistas y el de los modernistas.

Nada abonaba a su favor, el dios Tláloc parecía operar a favor del todo poderoso ex discípulo de Melquiades Morales, la lluvia arreciaba y ahuyentaba a los pocos presentes que al ritmo de los tigres del norte y K paz de la sierra buscaban refugio.

Ya eran las 21 horas y el Zócalo se observa desolado, sólo a una tercera parte de su capacidad estaba ocupada; había quien decía que no debieron retirar a los jóvenes del movimiento 132 para tener por lo menos a 63 espectadores más. Al interior de palacio municipal la situación era similar sólo con la presencia de algunos panistas tradicionales y la mitad de los lugares vacíos.

Al pasar los minutos la situación fue cambiando y tanto la plancha del Zócalo como el Charlie hall se llenaron;  sin embargo ese no era el verdadero motivo de la alegría de Rivera quien sólo esperaba el momento para consumar una secreta travesura.

Cerca de las 10 de la noche arribó al lugar Fernando Manzanilla, actual secretario de gobierno aumentando la expectativa de los presentes preguntándose a qué hora llegaría el gobernador principalmente porque en su twitter aseguraba estar en la sede alterna del festejo de independencia, minutos antes de que se tuviera que realizar el acto oficial en el Ayuntamiento.

La espera dio el espacio perfecto al munícipe para salir a saludar y tomarse fotos con el panista. El divo de Los Fuertes finalmente llegó con un gesto de evidente enfado, saludó de manera informal a la comitiva que los recibió sin hacer caso de los demás presentes y aceleró el paso hacia la escalinata que conducía al salón de cabildos sin cruzar mayores palabras con sus anfitriones.

Prácticamente jaló a su esposa Martha Erika Alonso quien con la dificultad natural del uso de zapatillas hacía malabares para que su marido no la dejara atrás.

Finalmente llegó la hora del grito, sus escoltas cortaron el paso al resto de los asistentes incluyendo a Rivera Pérez, la historia parecía repetirse pero no fue así.

Moreno Valle  con voz potente gritaba el ¡Viva Puebla, Viva México!, pero era una voz que destilaba enojo.

El adicto a la perfección padeció el ver enredada la bandera que ondeaba con la cuerda que pendía del badajo de la campana que emulaba a la que hace 202 años se tocó en Dolores. Pero ese no fue el peor de sus males.

En el programa el edil no debería acompañarlo pero al momento de comenzar su perorata “ante el pueblo” y posteriormente entonar el himno nacional,  Rivera salió al balcón con una sonrisa de lado a lado, acompañado de su esposa Liliana a quien los guaruras del gobernador pretendían retirar, sin alcanzar el éxito.

Moreno Valle vio a su rival de reojo, llegaron los aplausos de la masa, Moreno Valle impactó sus palmas sólo en dos ocasiones mientras su naturaleza lo traicionaba cambiando su tono de piel a uno marrón. Entregó la bandera a toda velocidad y omitió el protocolo de salir nuevamente al balcón de Palacio a saludar a la gente; en vez de eso corrió sin despedirse de los presentes más allá de levantar la mano.

Rivera lo acompañó a la salida y frente a los flashes tuvieron que abrazarse, sólo faltaba el beso de Judas. Abordados por la prensa Rivera y Moreno Valle, cada uno por su lado aseguraron que el festejo mostraba la unidad con la que trabajan.

Así se consumó el grito de independencia más rápido de la historia moderna de Puebla, menos de diez minutos.

La historia cambió, el hoy senador Javier Lozano no estuvo presente para acompañar al mandatario estatal, no le quitó su lugar al alcalde, en vez de eso observaba en el DF cómo “hondeaba” con h la bandera de México, o por lo menos así lo expresó en su cuenta de twitter.

El grito de la vanidad

Tras el festejo alterno que impuso el gobernador,  Rafael Moreno  Valle señaló que pese a las críticas que realizaron diferentes actores a que las Fiestas Patrias que tuvieran dos sedes, los resultados demuestran que los poblanos quieren fiestas espectaculares.

Al concluir el desfile cívico-militar, el mandatario enfatizó que logró la meta de que Puebla fuera la segunda ciudad del país con más afluencia, después del Distrito Federal para los festejos del 15 de Septiembre.

Moreno Valle celebró que los poblanos asistieran a las actividades que se desarrollaron en la zona de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe, donde entre otras cosas pudieron acudir  a los museos y al recién rehabilitado Plantario.

Saldo blanco

La Secretaría de Seguridad  Pública del estado reportó saldo blanco tras las Fiestas Patrias aun cuando en la zona de Los Fuertes de Loreto se presentaron entre 80 y 100 mil personas, cuando se esperaban sólo 50 mil.

El titular de la dependencia, Ardelio Vargas, enfatizó que ni en la capital, ni en el interior del estado se generaron riñas o situaciones de riesgo para quienes asistieron desde la noche del 14 a las llamadas cabalgatas, el 15 al Grito de Independencia y el 16 a los desfiles cívico- militar.

(Con información de Mónica Franco)

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