El “sexo por recompensa” es una nueva realidad que niños y jóvenes adoptan como una estrategia para hacerse de recursos, ya que las otras posibilidades son migrar -lo que es un peligro-, hacerse narco o proxeneta, explicó Yesenia Peña, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la XI Semana Cultural de la Diversidad Sexual durante la conferencia magistral “Sexualidad y adolescencia”.
Resaltó que los niños y adolescentes no tienen recursos para “darse un tren de vida, de consumo o de prestigio” porque dependen de los padres y de “lo poquito que les dan para el camión, la escuela, las copias fotostáticas o el domingo”, entonces lo que hacen es generar prácticas como estrategias de vida donde ellos mismos se toman fotografías eróticas que venden por una módica cantidad.
Se trata de un fenómeno que ya se había visto en países como Inglaterra y Estados Unidos, donde los menores se toman fotos, ponen un número de cuenta, envían las fotos o el video privado y consumen el recurso económico, explicó la investigadora.
La también coordinadora nacional de la Semana Cultural del INAH, señaló que estos sucesos ocurren en todo el país y apenas salen a la luz porque no se habían considerado como cuestiones delictivas, además de que no importa la clase social, porque incluso quienes están en una clase social alta dependen de lo que se les da y mencionó casos en Monterrey, Nuevo León, donde jovenes se presentan en los magnocentros a hombres mayores como edecanes y ofrecen sus servicios a cambio de ir de compras.
Entre los problemas actuales de los jóvenes en el contexto del “sexo global” ahora con el acceso a las redes sociales señaló los peligros que corren, como la trata a través del denominado grooming, donde una persona se hace pasar por alguien de su edad, los engancha y posteriormente extorsiona para que les “manden fotos en posiciones eróticas”.
Por otro lado, habló sobre el abuso de trata, la pederastia y la pornografía infantil de los que son objeto, pero “los chicos ahorita piensan que lo pueden superar y que no se les está manipulando”, pero en realidad “hay todo un sistema para poderlos enganchar y del que difícilmente pueden salir”.
Mencionó un caso reciente que se dio en el estado de Campeche, donde unos niños de entre 11 y 12 años tuvieron sexo oral y anal e intercambiaban las grabaciones por el móvil hasta que una mamá lo descubrió, sin embargo “¿qué delito hay que perseguir ahí si todos son menores?” y agregó “son nuevas realidades que surgen y no sabemos cómo enfrentar”.
Otro de los fenómenos que se presentan, indicó, se da entre jóvenes de 30 o 35 años que “por comodidad y falta de recursos económicos no salen de su casa” y sus padres no saben cómo hacer para sacarlos, lo cual es contrastante con aquellos de entre 20 y 25 años que se van a vivir con sus parejas pero en grupos de amigos “porque saben que económicamente es muy difícil sustentar un piso, una casa o un departamento”.