Por Alejandro Mondragón
Mario Riestra ha logrado lo que ningún otro dirigente panista: que la militancia se aleje tanto del PAN como del comité estatal.
Las renuncias continúan a la orden del día, la última, la de Pilar Vargas Morena.
La secretaria no es la mejor operadora que tiene Acción Nacional ni representa un liderazgo mesiánico, pero si fue la carta de negociación con Felipe Velázquez, esposo de Pilar y contendiente de Riestra en la elección por la dirigencia de Puebla.
La salida de Vargas del PAN estatal obedece al pésimo trato que el presidente prodiga a sus colaboradores.
Gritos, asedio, cargas de trabajo excesivas acompañados de sueldos para llorar y una colección de groserías sin fin, son algunos de los comentarios que circulan por los pasillos del comité estatal y en los que muchos coinciden.
Mario perdió absolutamente el piso.
Pilar Vargas, quien fue por unos meses Secretaria Ajunta a la Secretaría General representa no sólo la ruptura con Felipe, sino con Ana Tere Aranda, la lideresa que respalda tanto a Velázquez como a Guadalupe Leal.
Mientras tanto, Riestra recorre el estado y da privilegios a pocos, a muy pocos, como “Bárbara N.” , conocida así entre los jóvenes de Acción Nacional y que se ha convertido en la verdadera beneficiaria de la diligencia estatal.
Para ella hay buenos tratos, lugares privilegiados y espacio en el lugar más importante, en el corazón del dirigente estatal.


